Al servicio de este pueblo.
Avui. Jueves, 13 de Julio de 1978. Página 10.
Violencia y no violencia.
Con buenas maneras, que se hacen agradecer, Rosa Raspall me hace una pregunta en la «Bústia» («Buzón») del AVUI del 9-7-78. Encuentra una contradicción: en un artículo señalo la dificultad de diálogo entre pueblo y fuerzas armadas, que han sido instrumento de ocupaciones imperialistas, y dice que, en otro artículo, hablo con elogio del ejército de la URSS, protagonista de invasiones tan descaradas como la de Poznam, Hungría y Praga.
Pero vamos a la cuestión de fondo. Yo soy no-violento. Creo sinceramente que existen métodos de entendimiento social poco conocidos y poco experimentados que harían inútil la violencia en el mundo. Pero también creo que la no violencia es tan minoritaria aunque debe ser muy prudente en sus manifestaciones y actuaciones. La inmensa mayoría de los equilibrios sociales son el resultado, no de la no violencia, sino de la contraposición de dos violencias, a menudo formidables y gigantescas, que se neutralizan la una a la otra. Y hay que estudiar de estas dos violencias contrapuestas cuál es la ofensiva de verdad y cuál la defensiva, cuál la opresora y cuál la liberadora. Una violencia puede parecer o ser ofensiva en un ámbito más reducido y, sin embargo, puede ser defensiva y liberadora en un ámbito más amplio.
Si atacamos o criticamos una violencia defensiva porque es violenta y no tenemos una fuerza no-violenta a punto para sustituirla y lo suficientemente grande para contrarrestar la violencia del opresor, estamos ayudando al opresor objetivamente, a pesar de que nuestra propaganda noviolenta esté cargada de buenas intenciones subjetivas.
Esto Gandhi lo sabía muy bien cuando ayudó la imperialista Inglaterra, que estaba oprimiendo la India en ese momento, enviándole un ejército (!) Indio, cuando Inglaterra se vio atacada por los nazis. En cambio, los no-violentos de occidente, carentes de tradición y de profundidad, suelen actuar y juzgar con un dogmatismo ingenuo e irresponsable todo acto de violencia de forma indiscriminada y, sin pensarlo, pueden así provocar indirectamente violencias más grandes. Habría que meditar despacio estos principios y poner ejemplos prácticos. Pero esta columnita no da para tanto.
Lluís M. Xirinacs.