Al servicio de este pueblo.
Avui. Sábado, 15 de Julio de 1978. Página 5.
Libre empresa flamígera.
Terrible coincidencia. En el mismo día en que el pleno del Congreso de los diputados, supongo que con todas las mayorías necesarias, se aprobaba la empresa libre en el marco de la economía de mercado, en la costa del Montsià un camión que transportaba el peligrosísimo propileno fabricado en la empresa el Paular, convertía en antorchas vivientes, como el peor napalm, cientos de personas que se iban a reponer de un año de trabajo.
Los diarios señalan las explosiones como la de Capitán Arenas, las fugas nucleares como la de Bélgica, Seveso, con su gas letal, la mancha mortífera del Amoco-Cádiz, que cada día son más frecuentes. Y no sólo hay que pensar en las cosas pasadas. Estamos preparando cosas peores con los planes energéticos de energía nuclear. Efectos que podrán durar miles de años.
¿Y las causas? Ni estoy en contra del propileno, ni contra el petróleo, ni contra del TCDD, ni contra la energía nuclear. Estoy, sencillamente en contra de la empresa libre en el marco de la economía de mercado tal como se acaba de aprobar en el Congreso. Evitar esta constitucionalización era uno de los mínimos en que no se podía ceder sin traicionar al pueblo trabajador, la paciencia tiene unos límites. Estoy radicalmente en contra de esta flamante empresa libre arrolladora que provoca una carrera económica inevitable incluso en las empresas estatales, incluso en los países que no se guían por la economía de mercado.
Ahora, incluso la pequeña y la mediana empresa sólo pueden fabricar lo que beneficia cuatro personas aunque perjudique miles. Jordi Maluquer nos alertaba de que la energía nuclear, con la recesión, ya no es urgente en nuestro país, pero se ha invertido tanto dinero que hay que recuperarlo a toda costa. El artículo 34 ha dado libertad de empresa a cuatro mastodontes y basta. ¿Por qué en la nueva Constitución, que regula los tres poderes clásicos, el legislativo, el judicial y el ejecutivo, no se incluye un nuevo título, bien reguladito, que diga: «Del poder de los monopolios» para que desaparezcan para siempre estos azotes apocalípticos?
Lluís M. Xirinacs.