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 Ara. Jueves, 1 de Octubre de 2020.
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Duralex y los fondos europeos.
Tenemos que reducir el aspecto negativo de la obsolescencia, puesto que perjudica mucho la sostenibilidad.
Tiempo estimado de lectura: 4 minutos.
Foto: Almacén en una empresa de residuos plásticos en Mozambique./Ricardo Franco/EFE.
Joan Majó. Ingeniero y exministro.
La posibilidad de tener acceso a los 140.000 millones que corresponden a España en el fondo de recuperación que se está implementando en Bruselas se materializará o no en función de algunas variables: una por parte europea, que es conseguir vencer las reticencias de algunos de los estados miembros; y una por nuestra parte, que es presentar proyectos que reflejen una de las dos prioridades establecidas por la UE, especialmente la economía verde y sostenible. Explico dos experiencias familiares de esta semana que me han hecho pensar, relacionadas con esta prioridad.
Una cocina familiar, de una marca prestigiosa y con pocos años de funcionamiento, ha tenido una avería de no mucha importancia. El coste de sustituir la pieza estropeada es próximo al precio de la cocina nueva, y muy superior al de compra de una cocina de buena marca pero con un poco menos de prestigio... Todos hemos visto otros muchos casos parecidos en que la gente decide no reparar, sino cambiar y tirar. Es una decisión que puede ser comprensible económicamente pero que es totalmente incoherente con lo que tendría que ser si los precios pudieran servir de estímulo para mejorar la sostenibilidad de nuestro modelo de consumo.
Por otro lado, he conocido el posible cierre de la empresa Duralex, icono en su momento de las vajillas casi eternas. He visto en casa un número importante de platos y de vasos comprados hace unos 60 años en Andorra que siguen haciendo un buen servicio y no recuerdo que se haya roto ninguno. El cierre representa justo lo contrario de lo que ahora nos convendría. Comento lo que pienso, a partir de tres conceptos clave.
1. Obsolescencia. Es urgente que en los procesos de diseño, de fabricación y de comercialización de productos materiales se tenga en cuenta no sólo la calidad, la eficiencia o el coste, sino también la duración o vida útil. Esto afecta tanto la naturaleza de los materiales utilizados como la facilidad de poder adaptar los aparatos a posibles nuevas necesidades o de resolver posibles averías.
Parece que hoy en día forme parte de nuestro modelo de consumo el principio de la rápida obsolescencia. A veces viene provocada por la velocidad de las innovaciones técnicas, pero muy a menudo simplemente sale de estrategias de las empresas buscando beneficios en la renovación de los productos, o de la voluntad de los consumidores de estar a la «última moda». La obsolescencia es una cosa que pasa y que tiene una dimensión positiva, puesto que pone de manifiesto el adelanto tecnológico, pero también tiene un aspecto negativo en el desperdicio de muchos aparatos que dejan de utilizarse cuando todavía podrían seguir siendo útiles. Tenemos que reducir o de eliminar este segundo aspecto, puesto que perjudica mucho la sostenibilidad.
2. Adaptabilidad. Los aparatos materiales tendrían que estar pensados desde su concepción para poder ser completados o perfeccionados de forma que pudieran continuar siendo útiles en nuevos escenarios, o pudieran ser perfeccionados dándoles utilidades nuevas o complementarias, ya sea cambiando algunos de sus elementos o bien añadiendo nuevas piezas, pero sin necesidad de descartar y convertir en rechazo todo el resto. Esta misma facilidad tendría que darse en el caso de tener que sustituir alguna parte obsoleta o averiada. El diseño industrial no puede tener sólo una visión de presente, sino que tiene que tener una perspectiva de futuro que prevea estas posibilidades y que se convierta, comercialmente, en un atractivo para el comprador.
3. Reutilización. Lógicamente, aunque se hagan esfuerzos en estos dos aspectos, seguirán habiendo muchos casos en que la obsolescencia será inevitable. Hace falta entonces promocionar la reutilización, que tiene tres modalidades sucesivas en el tiempo: la reutilización del aparato por otras personas (ventas o donaciones de aparatos de «segunda mano»), la reutilización de algunas de sus partes (reconstrucción con las partes rechazadas) y la reutilización de los materiales (uso de los materiales después de su reciclaje). Cada una de estas modalidades existe actualmente aunque de forma muy marginal y a menudo no regulada; creo que tendrían que convertirse en unos sectores económicos importantes que permitieran que los recursos minerales escasos que se han extraído de la natura se utilizaran de forma casi indefinida.
Estoy convencido que los proyectos público-privados que permitieran poner en marcha actuaciones con estos tipos de objetivos, aparte de ser muy útiles de cara al futuro, serían muy muy recibidos en Bruselas y permitirían aprovechar al máximo los fondos de reconstrucción... Esperémoslo.
También espero que alguien haga el esfuerzo de mantener viva Duralex, como un ejemplo pionero de lo que ahora necesitaríamos.
Enlace del artículo original en catalán:
https://www.ara.cat/opinio/joan-majo-obsolescencia-adaptabilitat-reutilitzacio_0_2537146424.html
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