El Punt Avui+. Lunes, 11 de abril de 2016.
Sociedad.
Caducidad programada.
Electrónica con fecha de caducidad.
Sociedad. Abocados al consumo tecnológico.
Xavi Aguilar, Barcelona.
Con el mismo sentido temporal cíclico e indefectible del paso de las estaciones, Apple, Samsung y compañía organizan grandes shows para presentar, una vez al año, el último y mejor móvil. Y hacen lo mismo para mostrar la próxima tableta, la nueva gama de portátiles, los flamantes relojes conectados... De hecho, desde televisores hasta lavadoras, no hay producto electrónico que no sea renovado anualmente por uno supuestamente mejor. ¿Pero realmente hace falta?
No sería imprescindible si los productos que llegan al mercado hubieran sido creados con la mejor tecnología y el mejor diseño disponibles, ya que los conocimientos actuales permiten una fiabilidad muy elevada. Conscientes de ello, los fabricantes ya hace tiempo que aplican prácticas inmorales, pero no ilegales, para provocar que los consumidores también tengan que renovar periódicamente los electrodomésticos y widgets.
«Piensa en tus aparatos electrodomésticos, o haz una encuesta a tu alrededor y pregunta si nunca ha pasado que un aparato se estropee poco después de que se haya agotado la garantía. Aquí tendrás la respuesta a si la obsolescencia programada existe», dice el presidente de la asociación de consumidores FACUA en Cataluña, José Luis Nueno.
Los fabricantes, por supuesto, niegan categóricamente que sus aparatos hayan sido programados por fallar en un momento concreto y, como si de un mantra se tratara, repiten: «Cumplimos con la legislación vigente».
Sin embargo, se han demostrado diversas prácticas que claman al cielo. En el documental Comprar, tirar, comprar, la directora Cosima Dannoritzer mostraba el conocido caso de una impresora con un chip que, al llegar a un determinado número de trabajos ejecutados, bloqueaba el equipamiento. Al reiniciar y poner el contador de nuevo a cero, la impresora estropeada volvía a funcionar como si nada.
Todo está calculado.
Esta trampa, que ya tiene tutoriales en internet para poderla esquivar, no es ni mucho menos la única. «Todos los aparatos tienen circuitos con resistencias, alternadores, condensadores... A partir de los datos de horas de uso diario, los fabricantes saben que, por ejemplo, poniendo un de 4,7 Faraday obtendrán una vida media de cinco años. Así, nada les impide poner un de 1,7, que saben que acabará fallando poco después de los dos años que cubre la garantía», explica Benito Muros, activista contra la obsolescencia planificada al frente de la Fundación FENISS. «La diferencia de precio entre un componente y el otro es una cuestión de céntimos, de modo que no se trata de ahorrar costes, sino de aumentar las ventas. Es un tema puramente especulativo», añade.
La tendencia a diseñar el interior de los electrodomésticos en grandes bloques compartimentados, soldados y de difícil acceso es otro sistema para incentivar el consumo, ya que dificulta las reparaciones. «¿Quién no ha oído nunca en un servicio técnico aquello de «sale más caro repararlo que comprar uno nuevo»?», Se pregunta Nueno desde FACUA.
Las prácticas éticamente cuestionables, sin embargo, no acaban aquí. Muchas marcas también fomentan el que Virginia Espinosa, doctora en ingeniería de telecomunicaciones de la UPC y miembro de la Cátedra Unesco de Sostenibilidad, llama «obsolescencia percibida». Se trata de fomentar la renovación de los aparatos que funcionan perfectamente para que no se han estropeado haciendo que el usuario tenga la sensación de que han quedado desfasados. Las campañas de publicidad y los pequeños retoques estéticos en los productos ayudarían a favorecer esa sensación.
Caso flagrante de Apple.
Pero si hay un método eficaz para intervenir en los aparatos es acceder de manera remota y prácticamente inadvertida. Y nada mejor que las actualizaciones del sistema operativo para hacerlo. Un caso muy evidente pero bastante silenciado ha involucrado recientemente Apple. Una de las últimas actualizaciones hizo que, sin previo aviso, todos los iPhone que habían sido reparados por técnicos externos a la compañía dejaran de funcionar de manera automática, con la consiguiente pérdida de la información que contenían. «Es un caso absolutamente invasivo que demuestra la prepotencia de Apple, que ni siquiera percibe la gravedad de la cuestión. Es como si te compras un Toyota, y en llevarlo al taller de la esquina para cambiar una rueda, te fallara el motor y no funcionara nunca más», explica un alto directivo de la industria telefónica estatal con contacto directo con los fabricantes.
Esta misma fuente, que requiere el anonimato, admite que las grandes empresas del sector tecnológico «no tienen un comportamiento muy ético» y que explotan al máximo «el marketing y el miedo amparándose en mejoras de seguridad». «Apple es la que puede ser más agresiva a la hora de dejar los equipos desfasados, porque controla tanto el hardware como el software», admite el mismo directivo.
Esta intervención remota se puede agravar mucho más en los próximos años, ya que la tendencia es que todos los electrodomésticos acaben conectados a la red. Samsung, de hecho, ya ha anunciado que lo hará antes de 2020.
Historia y normativa.
Puede parecer un problema reciente, y es por eso que algunos países se han decidido a tomar medidas -Francia aprobó el año pasado una ley contra la obsolescencia programada que prevé penas de cárcel-, pero en realidad se trata de una práctica casi centenaria. La primera referencia claramente documentada remite a finales del 1924, cuando los principales fabricantes de iluminación (Osram, Philips y General Electric) consensuaron que a partir de entonces las bombillas no durarían más de 1.000 horas encendidas. En el parque de bomberos de Livermore (California) todavía hay una, evidentemente anterior, que acumula más de un millón, ya que está en funcionamiento desde 1901.
Un visitante de una feria tecnológica mira toda la gama de dispositivos de una conocida marca. Justin Sullivan. AFP.
La trampa de la actualización.
X. A. Barcelona.
Con la excusa de mejorar la seguridad o añadir funcionalidades, empresas como Apple y Google renuevan periódicamente los sistemas operativos. Lo que no dicen, sin embargo, es que este nuevo software está optimizado para funcionar con la última generación de aparatos, aprovechando que la velocidad de los procesadores y la capacidad de memoria es superior, y que instalarlo en los aparatos más viejos puede ser una fuente importante de problemas. Así, al actualizar el móvil o la tableta, el consumidor poco acostumbrado a la tecnología se puede encontrar, en vez de los beneficios prometidos, una experiencia de usuario mucho más frustrante: el aparato pasa a funcionarle de manera mucho más lenta que antes, algunas aplicaciones empiezan a dar más problemas y errores y, encima, se reduce el espacio de almacenamiento, ya que normalmente las nuevas versiones pesan más.
Todo ello acaba desembocando en la necesidad de renovar un terminal que, hasta hace poco, era completamente operativo. Así pues, la gran pregunta es: ¿cuál es el momento en que debemos dejar de actualizar nuestros aparatos? La respuesta no es sencilla, porque no hay una regla matemática. Está claro que los últimos modelos siempre aceptarán bien las nuevas versiones y que, cuanto más antiguos sean, más problemas darán. Para concretar un poco más, hay que decir antes de que los diversos softwares siempre se numeran. La versión más reciente de Android es la 6.0.1, lanzada en diciembre, y Apple publicó a finales de marzo la 9.3.1 de IOS. De esta nomenclatura, el primer dígito sólo se altera cuando los cambios son realmente profundos y estructurales, y afectan al conjunto del software y del funcionamiento. En cambio, el central se modifica cuando se añaden nuevas funcionalidades o cambios menores, y el último, cuando las intervenciones son mínimas, para corregir pequeños errores de funcionamiento.
Así pues, quien disponga de un terminal de más de un año funcionando con el software más reciente, no debería notar muchos cambios en el momento de pasar a unas hipotéticas versiones 9.3.2 de IOS o 6.1 de Android. En cambio, en el momento en que se lance la 10.0 o 7.0 se lo tendría que pensar mucho antes de actualizar, ya que tiene mucho más riesgo de encontrarse con problemas y la acción es prácticamente irreversible. Lo más conveniente es no tener prisa y estar atentos a los comentarios que hagan a la red los primeros usuarios que actualicen para comprobar qué efectos tiene sobre los terminales que no son de última generación, pero que todavía tienen mucho por recorrer si se les trata bien.
Actualizar el sistema operativo no siempre beneficia al consumidor. Lluís Gené. AFP.
Sociedad. Abocados al consumo tecnológico.
Garantizado para durar.
Xavi Aguilar. Barcelona.
Cuando vamos a comprar un electrodoméstico y nos ponemos a comparar valoramos muchos de factores. Las prestaciones, la calidad de los componentes, el precio, la estética... Lo que realmente ayudaría a que muchos clientes decidieran, sin embargo, es tener la respuesta a la pregunta mágica: «¿qué me durará más?» Para ayudar a dilucidarlo, la fundación barcelonesa FENISS, de reciente creación, se ha especializado en la lucha contra la obsolescencia programada y ha creado un sello que garantiza la fiabilidad de los productos que lo lucen.
Para conseguir el sello ISSOP (Innovación Sostenible Sin Obsolescencia Programada) los aspirantes deben cumplir un decálogo exigente. Obviamente, uno de los puntos prioritarios es que los productos no hayan sido creados para fallar después de un determinado número de usos o de horas de funcionamiento, ya sea con el diseño propio oa partir de los componentes utilizados, sino que se fabriquen con productos con la máxima durabilidad que permita la tecnología. Además, en caso de avería deben ser reparables con un coste inferior al del producto nuevo y no pueden tener ningún tipo de programa oculto que pueda permitir que el fabricante actúe de manera remota. Finalmente, la garantía del producto debe ser superior a los dos años obligatorios por ley.
Además, sin embargo, también se pide que el fabricante priorice la compra de productos y que la contratación de servicios sea respetuosa con el medio ambiente y utilice preferentemente el producto local y el comercio justo. También se examina si contribuyen a la mejora energética y la disminución de emisiones, si se hace una correcta gestión de los residuos, las condiciones laborales en las fábricas donde se ensamblan y el uso que se hace de la publicidad.
«Para certificar los productos necesitamos que las empresas nos cedan los manuales de fabricación o bien los productos para abrirlos y examinarlos a fondo. Cuando ven esto, muchos de los fabricantes interesados en conseguir el sello ya ni siquiera responden», explica Benito Muros, el presidente de la fundación FENISS. De momento, de las 94 candidaturas a obtener la distinción ISSOP sólo 8 lo han terminando consiguiendo. Entre estas empresas hay varias firmas de iluminación que crean bombillas con más de 35.000 horas de vida útil, pero únicamente una marca de electrónica de consumo. Se trata de Casio, que ha obtenido la distinción por su gama de ecoproyectores. En el mes que viene, FENISS hará una nueva gala de entrega de este sello de garantía, que se puede obtener de manera completamente gratuita, ya que dos empresas han superado el la primera elección y dos más están en la fase final del proceso. Aparte de dar a conocer la obsolescencia programada y combatirla analizando los aparatos, FENISS también pretende influir en la clase política para conseguir que las empresas comprometidas con una fabricación sostenible tengan más beneficios fiscales que el resto.
Uno de los proyectores de Casio creados sin obsolescencia programada. Foto: Archivo.
La mayoría de los electrodomésticos tienen dos años de garantía. Los proyectores Casio, como el de la imagen anterior, la amplían aún más y se ha garantizado que no han sido programados para fallar. Juanma Ramos.
Plan para recoger el 45% de residuos electrónicos.
Unos 600 comercios se añadirán a los puntos de recogida que ya hay en servicio.
X.A. Barcelona.
El gobierno espera recoger el 45% de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos en 2016 mediante una campaña que incluirá dos fases. La primera consistirá en la instalación de puntos de recogida en unos 600 comercios repartidos por todo el país, con la previa formación de sus responsables. La segunda fase consistirá en la concienciación de la sociedad bueno y dando a conocer la campaña a partir del mes de mayo.
La posibilidad de llevar este tipo de aparatos electrónicos viejos a los puntos de venta se convertirá, por tanto, en una alternativa a los centros de recogida de residuos que ya hay en servicio, según recordaban el consejero de Territorio y Sostenibilidad, Josep Rull, y el director de la Agencia de Residuos de Cataluña, Josep Maria Tost, en la presentación del proyecto.
En 2014 se estima que se vendieron 76 millones de kilos de aparatos eléctricos y electrónicos, una cifra que subió a 83 kilos en 2015, ya que «el mercado de estos dispositivos está en crecimiento constante», según confirma Tost. Por este motivo, este año el propósito es recoger el 45% de la media del peso de aparatos introducidos en el mercado entre el 2013 y el 2015, en relación con el 27,6% recogido en 2014. De cara al 2017, el objetivo subirá hasta el 50%, y para el 2018 será del 55%. Los dispositivos depositados en los puntos de recogida serán transportados a una planta de tratamiento, donde extraerán los componentes peligrosos y se separarán los diferentes materiales para poderlos reutilizar.
Carcasas de dispositivos electrónicos en un vertedero, después de ser reciclados. Archivo.
Menos del 1% de aparatos tienen una segunda vida.
El estado suspende en el reciclaje de aparatos electrónicos. Según el informe CWIT de las Naciones Unidas, estamos a la cola de Europa en cuanto al tratamiento y recuperación de este tipo de materiales, con Chipre y Rumanía únicamente con peor bagaje. Menos del 1% de los productos que se reciclan acaban teniendo una segunda vida útil y el 80% de los desechos electrónicos no se reciclan correctamente, con todo lo que ello representa. Según este estudio, en el Estado cada año se generan 600.000 toneladas de residuos entre electrodomésticos, móviles, ordenadores y otros dispositivos, sin diferenciar los que se tienen que lanzar los que aún funcionan y se podrían reutilizar de alguna manera.
Enlaces relacionados:
Benito Muros lanza la primera plataforma online para la comercialización de productos sin obsolescència programada.
Por fin sin obsolescencia. Benito Muros. El Punt Avui.
La bombilla eterna del catalán Benito ya se enciende en Colombia.
Presentación de una plataforma de venta de productos sin obsolescencia programada.
Diseño ecológico. La bombilla que dura, y dura, y dura... Pero no se vende. Ara.
Entrevista a Benito Muros. Betevé. Terrícoles. 9-7-2019.
Luz sin obsolescencia. Benito Muros.
Vídeo: El Club de Reparadores en Argentina evita que tus objetos preciados acaben en la basura.
¿Cuánto tiempo podría durar un celular si no existiera la obsolescencia programada?
Por qué el móvil sólo te durará dos años.
La bombilla más antigua del mundo cumple 117 años desafiando la obsolescencia programada.
Tu móvil, tu tele y tu nevera se van a morir y el que te las vendió sabe cuándo.
Bombillas solidarias. Teresa Sala.
Dos entrevistas a Benito Muros. Sin Obsolescencia Programada (SOP).
Comprar, tirar, comprar, versión extendida, YouTube.
Luces y sombras del sector energético.
Histórico discurso de José Mujica en la ONU contra el orden mundial.
Ética en la industria electrónica.
Richard J. Roberts: «El fármaco que cura del todo no es rentable».
Movilizaciones ciudadanas en contra de la sustitución de los contadores eléctricos.
Antonio Moreno: «La mayoría de los contadores de luz marcan de más».
El primer estado de derecho del mundo.