Al servicio de este pueblo.
Avui. Sábado, 22 de Julio de 1978. Página 6.
Todos quieren hacer el Estatuto.
Primero fueron partidos que entraron a formar parte de coaliciones electorales, pero no alcanzaron, ellos, ningún escaño; se los llevaron otros partidos de su coalición mejor situados. Después fueron partidos que también se presentaron a elecciones, pero sin ningun éxito. Ahora aparecen aun partidos que no se presentaron a las elecciones, porque las consideraban trucadas, pero que lucharon contra el franquismo y en favor de Cataluña durante muchos años. ¿Qué vendrá después?
A mí, supongo que como los otros parlamentarios, me llegan cartas del Front Nacional Catalán, del Partit Socialista d'Alliberament Nacional, etc., pidiendo que defienda las puertas abiertas a la hora de redactar el Estatuto del Principado de Cataluña. Yo quiero que participen.
Los periódicos dicen que los grandes partidos se niegan. No encuentran una fórmula viable. ¿Quien se deja entrar y quién no? ¿A quién se deja presentar enmiendas y a quién no? ¿A quién se deja votar y a quién no? ¿Cuáles son los criterios de representatividad? El proyecto de Constitución dice: «El gobierno convocará a todos los Diputados y Senadores elegidos en las circunscripciones comprendidas en el ámbito territorial que pretenda acceder al autogobierno, para que se constituyan en asamblea a los únicos efectos de elaborar el correspondiente proyecto de Estatuto de autonomía mediante el acuerdo de la mayoría absoluta de sus miembros». ¿Resta privada para el proyecto cualquier otro tipo de aportación previa? ¿Pueden otros hacer un anteproyecto?
¡La fórmula! ¡La fórmula!
Los catalanes tenemos una. Es muy democrática. Hace seis años que funciona en las condiciones más adversas. No es tan cómoda como la que nos proponen desde Madrid, pero serían las fuerzas de todo un pueblo las que harían el borrador de su Estatuto estimado.
Una Asamblea de Cataluña, abierta, trabajando quizás no por unanimidad estricta, pero sí por mayorías y minorías ponderadas aproximadamente como se hacía en los viejos tiempos. Con unas directrices fijadas en debates en barrios y comarcas. Con una comisión abierta y una ponencia de técnicos. La asamblea de Cataluña ya se convertiría así de hecho en nuestras Cortes constituyentes.
Llegaríamos, tal vez, más tarde. Pero llegaríamos mejor. El texto pactado entre nosotros pasaría por el trámite constitucional de la Asamblea de Parlamentarios con rapidez.
Sería necesario que los partidos mayoritarios reconocieran que parte de su peso les viene de condiciones favorables en las elecciones. Sería necesario que los partidos minoritarios reconocieran que parte del peso de los otros se debe a aciertos políticos.
Demasiado difícil para unos y otros, ¿verdad? Nos volveríamos a pelear, ¿verdad? Pues, partidos marginados de la redacción del Estatuto, ya sabéis lo que os toca.
Lluís M. Xirinacs.
Nota:
Est artículo fue citado con el titulado «Para hacer el Estatuto», publicado el jueves, 21 de Septiembre de 1978.