Al servicio de este pueblo.
Avui. Viernes, 21 de Julio de 1978. Página 7.
Pobreza política de los Países Catalanes.
Finalmente, ante el pleno del Congreso, algunas voces catalanas han puesto sobre la mesa la cuestión de los Países Catalanes y así han corregido tímidamente y siempre a remolque de los vascos la equivocada actuación en la comisión constitucional a propósito del debate sobre el artículo 138. Esta vez abrió fuego Jordi Pujol. Detrás de él, socialistas, comunistas y, incluso, la UCD de los tres Países Catalanes apoyaron sus palabras serenas y moderadas. En cambio, gente de derechas e izquierdas del País Valenciano intervinieron virulentamente en contra. Tanto, que provocaron patentes desaprobaciones entre sus mismos colegas. Notable, la actitud de Ernest Lluch de votar a favor de la enmienda vasca, rompiendo la disciplina de partido. No es que yo esté en contra de la disciplina. Pero tampoco estoy en contra de las excepciones en casos tan especiales como éste.
Y todo ello presentado bajo el signo de una prudencia extrema. Demasiado extrema. Abstención, en vez de votar sí, por imperativo del consenso. Nunca se habla de nación sino sólo de identidad histórico-cultural. Se rehuyó el planteamiento político. Se afirmó que no se trataba de plantear ahora la cuestión, sino sólo de dejar las puertas abiertas en el futuro.
Las convicciones fueron reprimidas. Como si hubiera mala conciencia. Como si fuera cierta la acusación de intento de «colonización de una comunidad autónoma por otra comunidad autónoma». Como si pesara más la minoría exigua, pero tan bien situada, del búnker barraquita, que los miles y miles de manifestantes de la gran Diada Valenciana.
La opresión económica que se pueda ejercer sobre el País Valenciano o las Islas Baleares y Pitiusas no viene de Cataluña, viene del capitalismo, que es internacional. Y sobre la opresión política, recordemos que las conquistas catalano-aragoneses acabaron siempre en autonomías, lo que no se puede decir nunca, ni una sola vez, de las conquistas castellanas en toda su historia.
Si yo tuviera mala conciencia, sería en sentido inverso. El Principado de Cataluña, salvo contadísimas excepciones, casi siempre extraparlamentarias, no ha ayudado nada a las reivindicaciones en favor de los Países Catalanes surgidas de los valencianos y baleares. Siempre que voy a Valencia, me dicen «A ver si nos ayudáis un poco, chicos. Parece que haya más enemigos nuestros en Barcelona que en Madrid».
Queremos los Países Catalanes, no para colonizar, sino justamente para descolonizar. Pero nos los han prohibido.
Lluís M. Xirinacs.