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Artículos publicados en la revista Penedès Econòmic.
Lluís Maria Xirinacs.
Artículos publicados en el diario Avui, cuando Lluís Maria Xirinacs era senador independiente en las Cortes Constituyentes españolas, entre los años 1977 y 1979, traducidos al castellano.
Lluís Maria Xirinacs.
Artículos publicados en el rotativo Mundo Diario, cuando Lluís Maria Xirinacs era senador independiente en las Cortes Constituyentes españolas, entre los años 1977 y 1979.
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Publicaciones:
Lluís Maria Xirinacs.
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Agustí Chalaux de Subirà.
Agustí Chalaux de Subirà.
Agustí Chalaux de Subirà.
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Agustí Chalaux de Subirà.
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Magdalena Grau,
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Capítulo 16. Ni cielo ni infierno.
El tema clave para defender la segunda hipótesis
-modificar el sistema monetario- es ver la viabilidad de su aplicación
práctica, y valorar sus peligros y sus posibilidades.
No podemos pecar de ingenuos y creer que la segunda opción -es decir,
modificar el tipo de moneda- carece de peligros o está exenta de
dificultades de implantación. En las actuales sociedades complejas
no se puede retornar a la arcilla. Pero, las diversas posibilidades que
ofrece un tipo de moneda personalizada e informativa no se han de concretar
todas al mismo tiempo y en todo lugar con un único tipo de instrumento
o de sistema universal. Cada realidad, cada cultura en la que más
o menos, de buen grado o a la fuerza, se usa moneda anónima, si
se acepta la segunda opción, ha de buscar qué características
de la factura-cheque, y en qué grado, cree necesario introducirlas,
en función:
de la problemática específica propia y de los
beneficios que se espera obtener;
de las posibilidades instrumentales técnicas disponibles y de
las cautelas protectoras posibles.
En los próximos capítulos estudiaremos las posibilidades
técnicas y las cautelas judiciales y políticas necesarias.
Ahora, brevemente, describiremos y valoraremos sólo algunos de los
modelos y posibilidades de cambio monetario en diversas realidades específicas.
Para facilitar la visualización de posibles modelos de aplicación
expondremos cuatro distintos, valorando de cada uno los grados de información
económica, de personalización y de responsabilización.
El
primero puede denominarse «Reagan-Gorbachov». Fue propuesto
hace un par de años por Donald T. Regan, después de haber sido
secretario del Tesoro americano durante la presidencia de Ronald Reagan.
El plan, que no va ser aplicado en los EUA, lo fue, parcialmente y por
motivos distintos, en la URSS de Gorbachov a principios de 1990. «Con
el fin de controlar el intercambio de dinero en metálico de los
mayoristas, minoristas y vendedores callejeros de drogas... el Tesoro tendría
que imprimir discretamente nuevos billetes de 50 y 100 dólares,
de diferente color o tamaño que los actuales. Con un preaviso de
10 días, todos los billetes de 50 y 100 dólares dejarían
de ser de curso legal. Todo el mundo tendría que cambiar sus billetes
por los nuevos. Los bancos y otras instituciones tendrían que llevar
un registro de las transacciones en metálico superiores a 1000 dólares.
Los informes se enviarían a los interventores de impuestos por el
nombre y por el número de identificación fiscal.
Esto produciría que el pánico se extendiera entre quienes
conservan grandes cantidades en metálico. Si el dinero fuera legítimo
no se debería temer por nada. Es posible que se creara confusión
durante un par de meses pero, ¿qué honrado ciudadano no estaría
dispuesto a soportar una pequeña molestia a fin de atrapar a estos
criminales? Esto tocaría a los criminales allí donde más
daño les hace, en su cartera.
Sólo se pueden hacer tres cosas con el dinero: mantenerlo en
el negocio, gastarlo o ahorrarlo. Si se invierte a través de un
banco, este plan podría interceptar los fondos. Si los beneficios
se conservan en efectivo, el cambio de moneda lo sometería a confiscación.
Si se mantiene en el negocio en billetes de 50 o 100 dólares, perderían
su valor1».
El modelo es ingenioso. Es un buen indicador de la impunidad que da
el dinero anónimo actual. Pero es un modelo representativo de los
cambios que no cambian casi nada. Al cabo de unos meses, las mafias se
recompondrían y se volvería a la situación anterior.
Este modelo no ofrece una información del conjunto del mercado,
sólo desvela el sector de la economía sumergida e ilegal.
Personaliza y responsabiliza, pero sólo temporalmente.
El segundo modelo podemos llamarlo «monedero electrónico».
Elaborado por el ingeniero Jordi Domènech propone que cada persona
tenga sus ahorros anotados en un «monedero electrónico»,
diseñado para hacer transacciones directamente con el «monedero»
de cualquier otro con quien se quiera hacer una operación mercantil:
así se cobrarían las rentas, así se comprarían
y venderían productos y servicios. El modelo es impresionante. Cada
uno pasa a ser su propio banco. Podrían existir intermediarios financieros
que recogieran cesiones de dinero para inversión colectiva. Podría
pensarse en una recaudación fiscal automática al realizar
determinadas operaciones muy habituales o de seguridad (copia periódica
de la información del monedero en determinadas terminales). Este
modelo -salvo que el monedero mantenga registradas todas las operaciones
y que esta información pueda ser procesada conjuntamente aprovechando
la copia de seguridad y los peajes fiscales- no da información sobre
la economía global. Si bien todas las transacciones se personalizan,
no asegura, por sí mismo, ningún tipo de responsabilización;
salvo que, en caso de investigación judicial, el juez pueda tener
acceso a la información del monedero.
El tercer modelo, «factura-cheque empresas», es prácticamente
hoy ya una realidad. La mayoría de empresas realizan entre ellas
sus transacciones a través de cheques y cuentas corrientes, con
base informática. Solamente sería necesario reunir en un
único documento la factura y el cheque de todas las operaciones.
Este modelo evitaría la sensación de excesivo control ya
que dejaría que los consumidores continuasen usando los ya reducidos
niveles actuales de billetes y de piezas metálicas para sus gastos
corrientes, mientras que podrían estar obligados a hacer facturas-cheque
para operaciones importantes (determinados bienes de lujo, propiedades
inmobiliarias, títulos de inversión...). Con esta propuesta,
de hecho, se obtendría una información económica muy
importante y fiable. La personalización responsabilizadora afectaría
a las operaciones importantes y, en cambio, no ofendería la sensible
«libertad» de muchos ciudadanos que quieren sentirse, aunque
sea ilusoriamente, poco controlados.
El cuarto modelo, «factura-cheque total», significaría
el uso exclusivo para todas las transacciones de dinero anotado en cuenta
corriente y la supresión de toda moneda anónima y desinformativa.
Sería una posibilidad en aquella sociedad que hubiese experimentado
las ventajas económicas y antifraude del modelo «factura-cheque
empresa», y que decidiese invertir en la difusión del equipamiento
informático necesario para extender a los consumidores el uso cotidiano
de la monética. Ahora bien, a mayor información económica,
a mayor personalización responsabilizadora, serán necesarios
también más cambios en la estructura política y judicial,
que aseguren la protección de la intimidad y, al mismo tiempo, la
lucha contra la impunidad de los delitos. Estas condiciones se tratan con
detenimiento en los capítulos 18 y 19.
Después de contemplar estos cuatro posibles modelos, veamos ahora
como su combinación, en mayor o menor grado, puede permitir adaptar
un cambio de instrumento monetario en diferentes realidades actuales.
Países
exportadores, pero con mercado interior reducido.
En el caso de un país con un mercado interior sencillo, pero
con un gran mercado de exportación (p.e. África o Centroamérica)
se puede hacer una combinación entre «billetes de pocas unidades
monetarias» para las operaciones de consumo menor, y una «factura-cheque
nominativa e informativa» para las operaciones realmente importantes:
para determinados productos de consumo caros o de lujo; para los mayoristas;
para todas las operaciones de inversión o de compras entre empresas
interiores; para las operaciones importación-exportación;
para el funcionamiento de toda la administración pública.
Lo que conviene asegurar es que el volumen más importante, y,
al mismo tiempo, más estratégico, de movimiento de dinero
quede bajo control judicial independiente y a la vez suministre información
para la conducción económica conjunta. Para el pequeño
consumo, puede no ser excesivamente grave que se utilice papel moneda anónimo,
pero de pocas unidades para evitar grandes maniobras especulativas o corruptoras.
También se puede establecer que esta moneda fraccionaria sea válida
sólo por un período (por una semana o por un mes) y que,
en este caso, se entregue a cada consumidor, según la disponibilidad
de su cuenta corriente, a través de las «cajas de ahorro»
que gestionan las cuentas corrientes del público.
Una implantación mixta (moneda anónima fraccionaria, para
el consumo corriente-factura-cheque, para las transacciones importantes),
en un mercado de las características descritas busca, sobre todo,
evitar la actuación de las mafias y de los caciques; dificultar
la corrupción pública; defenderse de las multinacionales
y vigilar al ejército, respetando, al mismo tiempo, las costumbres
y el nivel de formación de una parte importante de la población,
tal vez no preparada para usar facturas-cheque escriturales o electrónicas
(unas y/o otras sí utilizables, en cambio, entre empresas y por
la administración pública).
Países industrializados.
Otro caso bastante diferente es el de los países industrializados
que tienen unos mercados muy complejos y sofisticados (por ejemplo, los
de las Comunidades Europeas). Tanto en estos países, como en la
mayoría de los circuitos comerciales internacionales, la moneda
electrónica está tomando un papel dominante. Nos encontramos,
pues, con una importante elección a tomar.
En el caso de los países industrializados no solamente las empresas
y la administración pública están preparados para
una implantación generalizada de un tipo monetario factura-cheque,
sino que, incluso el pequeño comercio, los servicios y el gran público
están, en general, a punto. Pero es precisamente por la complejidad
de estos países que la factura-cheque escritural no es muy viable.
En cambio, la factura-cheque telemática tiene una posibilidad de
implantación efectiva y, ofrece, al mismo tiempo, un marco coherente
y democrático para la extensión, ya iniciada, de las diferentes
modalidades de dinero electrónico, que están invadiendo estos
países.
El ECU (European Currency Unit) es una moneda totalmente abstracta que,
de momento, no tiene soporte físico de metal ni de papel. Los europeos
tenemos, con el ECU, una oportunidad histórica para realizar la
integración económica y política del continente disponiendo
de una moneda única, contable y personalizada, gracias a que, al
mismo tiempo, todas las redes monéticas están ya, prácticamente,
interconectadas.
Intercambios internacionales.
En el campo del comercio internacional, la implantación de una
factura-cheque no representaría ningún problema técnico
de uso, ni escritural ni telemático, pues prácticamente ya
en la actualidad, se realiza con estos soportes. Precisamente, es por la
incoherencia conjunta de la aplicación del dinero electrónico
y escritural que, en las transacciones y operaciones comerciales y financieras
internacionales se generan los más grandes y graves desequilibrios.
Los flujos de capital a corto y a largo plazo no siempre corresponden a
compras ni inversiones reales. Los movimientos masivos de «hot money»,
y muchas de las compras y fusiones de empresas, no pretenden más
que beneficios inmediatos especulativos y provocan un divorcio entre el
mercado monetario y el mercado de bienes y servicios reales. El mercado
de capitales en gran parte es autóctono y sigue sus reglas de juego
(creación de capital sobre capital), que ponen en peligro y desequilibran
la economía real.
Se tendrían que estudiar más a fondo las posibilidades
de fundamentar un Nuevo Orden Económico Internacional en la transparencia
y la información de un sistema monetario internacional basado en
la factura-cheque. De forma parecida al ECU, podría establecerse
el ICU (International Currency Unit) que permitiría dotar al comercio
internacional de una unidad monetaria para los intercambios de bienes y
servicios reales sin tener que continuar aceptando la peligrosa, inestable
y especulativa hegemonía del dólar. Lo que parece evidente
es que la creación y circulación de inmensas sumas de unidades
monetarias por todo el planeta -vía transferencias electrónicas-
con el único objeto de especular, aprovechando diferencias horarias
o desequilibrios momentáneos en una u otra bolsa, no es un buen
fundamento para ningún orden económico internacional. Y que,
por el contrario, un sistema factura-cheque que sólo permite mover
dinero si se corresponde con algún tipo de transacción real
(bienes, servicios e inversiones) puede ser una buena base.
Se debe estudiar más a fondo hasta qué punto la hipotética
implantación de un sistema monetario del tipo factura-cheque es
posible en uno o algunos Estados sin implantarse en todos, o sin implantarse
a nivel internacional, y viceversa: si podría hacerse sólo
a nivel internacional sin que implicase a ningún Estado concreto.
Estas cuestiones no solamente son importantes para ver la coherencia de
la propuesta, sino para orientar y posibilitar la decisión política
en uno u otro sentido. (El tema internacional será tratado con más
detenimiento en el próximo volumen).
Países
de transición al capitalismo real.
La progresiva aceptación de mecanismos de mercado en los países
del este de Europa ofrece una oportunidad histórica para intentar
que la mercantilización de determinadas actividades no implique
algunas de las principales disfunciones de las «economías
de mercado capitalistas». En este sentido, y en relación a
la situación ventajosa de algunas realidades de los países
socialistas, es preciso preguntarse:
¿Cómo evitar la privatización y mercantilización
del suelo, con la consiguiente especulación inmobiliaria y el entierro
de recursos de inversión?.
¿Cómo favorecer un deseado y necesario aumento de las
rentas, sin que éstas se dirijan únicamente a la adquisición
de bienes de consumo -en gran parte de importación- y condenen la
necesaria inversión interna a la dependencia de la deuda externa?.
¿Cómo crear instrumentos de inversión y de capitalización
que eviten la especulación de valores bursátiles y la sutil
y peligrosa financiación de la economía real que favorece
la acumulación de dinero en pocas manos, al margen del circuito
de la producción real?.
¿Cómo impedir, sin aumentar todavía más
la burocracia, que la corrupción del antiguo régimen se perpetúe
bajo nuevas formas y dificulte el fortalecimiento del Estado de derecho?.
Estas preguntas son de difícil respuesta práctica en el marco
del actual sistema financiero y monetario. Inspirándonos en Joan
Casals (19872)
que propone la introducción de un único título -casi-dinero
-exclusivamente para inversión, al lado del dinero normal para consumo,
las posibilidades de la factura-cheque permitirían distinguir entre
el ciclo del consumo y el ciclo de la inversión, favoreciendo que
pudiese existir una parte de las rentas (de los salarios, beneficios y
dividendos) dedicadas únicamente a inversión, convirtiendo
así, progresivamente, al conjunto de trabajadores y empresarios
en propietarios de las empresas. El debatido retorno a la propiedad privada
de la tierra podría encontrar una solución de compromiso.
Se mantendría la propiedad comunitaria de la tierra y se indemnizaría,
cuando fuera necesario, a los antiguos propietarios pero exclusivamente
con dinero de inversión interna.
Con este sistema, la población aumentaría sus rentas totales
pero se evitaría que éstas solamente incrementasen la capacidad
de consumo (recalentamiento) ya que, en una parte, sólo podrían
ser dedicadas a inversión. Se dejaría al mercado el uso concreto
de cada una de las partes de las rentas (tal producto de consumo o tal
inversión en una determinada empresa). Pero, en cambio, se podrían
regular indirectamente las magnitudes macroeconómicas modificando
la relación del porcentaje entre dinero de consumo/ dinero de inversión
en las remuneraciones. En la medida en que la personalización de
los instrumentos monetarios se generalizase se pondría más
freno a la economía sumergida, a la ilegal o a la especulativa.
Con la implantación de este instrumento monetario se podría
distinguir más fácilmente entre flujos y stocks y,
por tanto, se podría facilitar la inclusión de los recursos
naturales en el sistema económico, para evitar su actual externalización
antiecológica.
Aquí sólo hemos querido dejar constancia
de que, en el tema que nos ocupa, existe una amplia gama de soluciones.
Y que aplicar más o menos soluciones depende de los problemas a
los que se quiera hacer frente, de las posibilidades que cada realidad
ofrece para ser transformada, así como de los riesgos que se quieran
asumir y de la capacidad para implantar mecanismos políticos que
garanticen su correcto funcionamiento.
Notas:
1Cómo
dar un buen uso al dinero de la droga, «El País»,
21 de septiembre de 1989.
2Casals,
Joan. El socialisme sólid. La Llar del Llibre. Barcelona,
1987.
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