El Nacional. Lunes, 4 de diciembre de 2017.
La revuelta pacífica (3).
Serbia: Doce jóvenes tumban la dictadura de Milosevic.
Eduard Peris y Xavier Carmaniu.
Foto: AnarchitexT.
Barcelona. Lunes, 4 de diciembre de 2017.
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Slobodan Milošević, el presidente que gobernó Serbia con mano de hierro de 1989 a 1997, y la antigua Yugoslavia de 1997 a 2000, se vio obligado, contra todo pronóstico, a abandonar el poder en 2000. Pero no lo hacer forzado por las bombas de la OTAN, sino por la presión que ejerció un grupo local de resistencia no violenta, Otpor!, que le forzó a organizar unas elecciones a las que se oponía y que no pudo falsear.
Milošević, desde que accedió al poder, puso toda la maquinaria del antiguo aparato comunista a su servicio. Así, desplegó todo un abanico de medidas anti-democráticas entre las que destacaban las de aumentar las fuerzas policiales de forma desproporcionada y crear un fuerte aparato de inteligencia en su beneficio. También utilizó la gran fortuna que había conseguido fruto del nepotismo y de la corrupción para afianzarse en el poder. Sin embargo, la sociedad civil aún tuvo fuerza suficiente para obligarle a convocar elecciones en 1996, en el que la oposición ganó la mayoría de las principales ciudades del país. Milošević no aceptó los resultados, y se enrocó en el poder. El régimen no sólo reprimió con inusitada violencia las manifestaciones de la población serbia, sino que aumentó las medidas represivas para evitar episodios similares en el futuro. De este modo, redujo drásticamente la independencia de las universidades (Ley de las universidades, 1998) otorgando los cargos clave a sus esbirros, permitiendo que estos tuvieran la potestad de despedir profesores disidentes y de hacer presión administrativa a los estudiantes cuando manifestaban su malestar. De forma similar, redujo la libertad de prensa con la Ley de Información Pública de octubre de 1998.
En medio de esta situación, una docena de estudiantes decidió oponerse a la dictadura mediante una nueva estrategia, la Resistencia No-Violenta (RNV). Srdj Popovic (foto), uno de los miembros, narra sus experiencias en un libro que se ha convertido un referente de la RNV (Blueprint for a Revolution). Popovic confiesa que la mayoría de sus miembros no habían demostrado ningún interés por la política hasta ese momento. Una vez conscientes de la situación y decididos a pasar a la acción, se aproximaron a la no violencia con gran rigor, leyendo, discutiendo y diseminando las recomendaciones de Gene Sharp, uno de los padres de la RNV, antes de pasar a la acción. Incluso invitaron expertos internacionales de la RNV como el ex-coronel estadounidense Robert Helvey. Gracias a esta forma de hacer, se convirtieron en expertos técnicos sobre el tema y además sumaron sus habilidades en el campo del marketing. Esto permitió que ninguna acción del grupo, previamente analizada, quedara descolgada o vacía de contenido. No se dejó nada al azar.
El primer paso fue dotar al grupo de una marcada personalidad mediante la selección de un nombre pegadizo y de un logotipo impactante. Siguiendo una fantástica estrategia de marketing, eligieron el nombre Otpor!, que se traduce del serbio como «resistencia», añadiendo la exclamación para darle más empuje. El logotipo también fue diseñado con cuidado. Se inspiraron en el de los Black Panthers: un puño blanco sobre un fondo negro, que transmitía fuerza y determinación. El segundo paso, tal como dicta la estrategia de RNV, fue determinar la finalidad estratégica del grupo, que se concretó en tres puntos: elecciones libres y justas, libertad de prensa y un sistema universitario despolitizado.
Otpor! comenzó a organizarse una vez determinado el objetivo. Una de las primeras decisiones fue acordar que la responsabilidad del liderazgo no recayera sobre una sola persona, sino que el rol de portavoces –el de máxima visibilidad– sería rotatorio, y las responsabilidades claves fueron repartidas en varias comisiones. Siguiendo esta metodología, las ramas de la organización que se abrieron en las diversas ciudades serbias actuaban con mucha autonomía, teniendo como única condición actuar según los tres objetivos estratégicos. Esta forma de organización tenía la ventaja de que, a pesar de que alguien fuera arrestado por la policía de Milošević, Otpor! tendría todavía la capacidad de continuar operando. Por esta razón, también se insistió en mantener el anonimato de los líderes del grupo, que eran desconocidos para la mayor parte de sus miembros. Los dirigentes no tenían la costumbre de reunirse como grupo, sino era que las circunstancias realmente lo requerían.
Una de las sectoriales más efectivas de Otpor! fue la de «reclutamiento». En poco tiempo, la organización pasó de ser un grupo de jóvenes cabreados con el mundo, a agrupar más de 70.000 seguidores repartidos en 130 células por todo Serbia. Su secreto fue posicionar el movimiento como una marca de prestigio exclusiva. Formar parte de Otpor! era formar parte de un club con poder. Ivan Marovic, miembro del departamento de prensa de la organización, explicó en una entrevista que el objetivo era que los integrantes del grupo «vivieran» Otpor! como un estilo de vida envidiable. Y aumentaron el prestigio del movimiento aplicando las premisas básicas de las estrategias de marketing que llegaban de Occidente.
Entre estas estrategias se definió un lema de campaña fácilmente identificable. Refiriéndose a Milošević, el lema no podía ser más simple y potente a la vez: «Está acabado». Este mensaje se difundió activamente por medios de comunicación privados. Uno de los anuncios más populares fue el de una señora de mediana edad que ponía en la lavadora una camiseta sucia con una imagen estampada de la cara de Milošević, y que, una vez lavada, salía limpia y con el puño de Otpor! en lugar de la imagen del dictador. Asimismo, para hacer ver que el grupo tenía mucho empuje (sobre todo al principio cuando tenían pocos seguidores), organizaron numerosas pequeñas acciones de gran repercusión. Cientos de personas llevaban camisetas de Otpor!, se pintaron grafitis en las calles principales del país, se organizaron conciertos de rock y se pegaron multitud de pósters por toda Serbia. Ana Djordjvic, directora de marketing de Otpor!, recalcaba en una entrevista la corta memoria de la gente en la era capitalista. Habiendo identificado este fenómeno acordaron que habría que estar continuamente planificando nuevas acciones. Y así fue, Otpor! Fue tremendamente activa, desarrollando sistemáticamente nuevas acciones de no violencia, llevando su lucha en la calle hasta el punto de que se convirtió en el principal grupo de oposición al régimen.
El grupo sacó especial rédito de el uso intensivo de recursos humorísticos, contra lo que Milošević no tenía contramedidas efectivas. Janjira Sombutpoonsiri, en su tesis doctoral sobre Otpor!, explica que el humor es una herramienta que puede servir para alcanzar tres objetivos: primero, subvierte la propaganda de las élites gobernantes, permitiendo a los manifestantes utilizarla contra sus creadores, como si fuera una llave de judo; en segundo lugar, el humor convierte las protestas en la calle en una expresión de alegría, reduciendo potencialmente la violencia empleada por las fuerzas de seguridad a pesar de mantener el espíritu de no violencia; en tercer lugar, el humor ofrece una metáfora de la emancipación de una política opresiva, estimulando los oprimidos para que esta metáfora se convierta en una realidad. Sombutpoonsiri también explica que las acciones humorísticas proveyeron a los activistas serbios de muchas ventajas tácticas, tales como reducir el nivel de miedo de los manifestantes y aumentar la moral; cohesionar el grupo; aumentar el interés de la gente en los mensajes (aumentando de paso la cobertura mediática) y camuflando la crítica que hacían al régimen (reduciendo así la represión policial).
Para aumentar su eficacia, las acciones del grupo serbio eran adaptadas al contexto local, haciendo hincapié en el humor negro y el teatro del absurdo, además de vincularse a temas políticos de actualidad. Añadido a esto, Otpor! tejió toda una telaraña de relaciones con la prensa, para asegurar que sus actividades recibieran suficiente difusión. Del mismo modo, cada vez que un disidente de Otpor! era arrestado, se organizaba una conferencia de prensa para explicar los motivos.
Una de las acciones más celebradas se centró en Mirjana Marković, la mujer de Milošević. Como Marković solía llevar un clavel en el pelo, los activistas de Otpor! se dedicaron a pegar claveles en las cabezas de pavos reales (decirle pavo real a una mujer es uno de los peores insultos posibles en serbio). Tras avisar la prensa, los dejaron correr por la ciudad, y la policía se vio obligada a perseguirlos ante la mirada asombrada de la gente. En cuanto a la cuestión operativa, la acción ponía la policía en una situación «lose-lose». O dejaban que la gente hiciera burla de la mujer del Presidente, o la policía arrestaba pavos reales con claveles en la cabeza, imagen que tenía la capacidad de disminuir el respeto a la institución.
Otro ejemplo recibió el nombre de «El eclipse de los medios». En junio de 1999 los medios estatales informaron del riesgo de mirar directamente a un eclipse que estaba a punto de producirse. Los activistas fabricaron una televisión de cartón y la colocaron en una calle central. Hicieron ver que las noticias de propaganda del régimen se podían seguir en ese falso televisor. Después de sentarse, miraron el televisor equipados con gafas anti-eclipse, para, como decían los activistas, «evitar quemarse con la intoxicación gubernamental». Los peatones que paseaban donde se estaba llevando a cabo la acción recibían octavillas donde se explicaba que el verdadero eclipse era la oscuridad de la prensa estatal, que no permitía ver la realidad.
Los cientos de acciones que se produjeron a lo largo del país llevaron al gobierno a practicar miles de detenciones. Al principio, los militantes tenían mucho miedo a ser detenidos (Gene Sharp explica que una de las razones por las que la gente obedece es el miedo de las sanciones, como las detenciones). Pero las fuerzas del régimen ayudaron, ellas mismas, a desmitificar la cárcel. Eran tantas las detenciones, y tantas las veces, que la gente iba, que ya sabían lo que se encontrarían. Además, Otpor! imprimió tres camisetas de colores diferentes y cada color representaba el número de veces que una persona había sido detenida, hasta el punto de que ser detenido se convirtió en una honor. Según Popovic, llevar la camiseta negra, algo que sólo podían hacer aquellos que habían sido detenidos por lo menos diez veces, era extremadamente popular. Las detenciones generaron una ventaja adicional: los padres y abuelos de los jóvenes detenidos se comenzaron a sublevarse contra el régimen, aumentando la transversalidad del movimiento.
Otpor! también trabajó para ganarse directamente el apoyo de la policía del régimen. En lugar de insultar a los policías, los militantes adoptaron la actitud de ver sus verdugos como víctimas manipuladas y trabajaron para convencerlos de desertar. Por ejemplo, las mujeres del movimiento (que en un principio fueron muy activas) iban a los cuarteles de la policía con flores y pasteles, para explicarles que ellos no eran sus enemigos, sino ciudadanos manipulados y obligados a intervenir en nombre de un régimen ilegítimo.
La presión de Otpor! fue consistentemente asfixiante para el régimen, y los activistas no se detuvieron hasta que Milošević convocó nuevas elecciones en 2000. El movimiento no se detuvo allí, sino que los militantes se reconvirtieron en observadores electorales, para evitar que estas nuevas elecciones fueran de nuevo secuestradas. Y efectivamente, Milošević no fue capaz de ganar unas elecciones sin manipularlas. Una vez demostrado que Milošević había perdido, Otpor! salió a la calle para ocupar los principales edificios gubernamentales y consolidar la victoria. En este caso la policía no detuvo la sociedad civil porque las acciones de Otpor! habían erosionado uno de los pilares de poder más importantes del régimen. Incluso los militares dieron un paso atrás, excusándose de que no podían intervenir paso en una decisión política interna. Poco después de perder las elecciones Milošević fue arrestado por el nuevo gobierno serbio y extraditado al Tribunal Internacional de la Haya, donde fue juzgado por crímenes contra la humanidad.
Un pequeño grupo de jóvenes serbios había demostrado que la sociedad civil es imparable cuando se organiza estratégicamente. La estrategia de resistencia no violenta, cuando se utiliza con tanto rigor como tozudez, y mirando el miedo de cara, tiene suficiente fuerza como para hacer caer los regímenes más corruptos y violentos. Como dice en Martin Luther King, «una minoría dedicada y creativa casi siempre ha hecho que el mundo sea mejor».
Eduard Peris Deprez es especialista en estudios de la guerra y doctorando del King’s College (Londres) @misterperis. Xavier Carmaniu Mainadé es doctor en Historia Contemporánea @Xaviercarmaniu.
Enlace del artículo original en catalán:
https://www.elnacional.cat/ca/politica/serbia-otpor-no-violencia-independencia_218205_102.html
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