El Nacional. Domingo, 17 de diciembre de 2017.
La revuelta pacífica (y 5).
¿Qué se esconde detrás la historia de Rosa Parks?
Eduardo Peris y Xavier Carmaniu.
Foto: Lexi Timme.
Barcelona. Domingo, 17 de diciembre de 2017.
Tiempo estimado de lectura: 7 minutos.
La serie sobre casos históricos de no violencia (RNV) no sería completa sin hablar del movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos en Estados Unidos entre 1954 y 1963. A través de toda una serie de acciones, entre las que destacaron el boicot de los autobuses de Montgomery (1955), los «sit-ins» de Greensboro y Nashville (1960), la campaña de Birmingham (1963) y la marcha de Selma a Montgomery (1965), los activistas extirparon uno de los cánceres más arraigados en EEUU: la discriminación racial.
La victoria del movimiento no fue casualidad. Nada se dejó al azar. Las campañas de su estrategia no-violenta se caracterizaron por acciones bien planificadas, generalmente preparadas con meses de antelación. El movimiento en favor de los derechos civiles en EEUU demuestra que saber canalizar la frustración de la gente es tan importante como la propia frustración.
Aunque los afroamericanos habían estado combatiendo la segregación racial desde el siglo XIX, el movimiento alcanzó un grado de organización sin precedentes después de la Segunda Guerra Mundial, a raíz de un triste suceso que galvanizó la población afroamericana. El 28 de agosto del 1955, Emmet Till, un muchacho de 14 años fue brutalmente torturado, desfigurado y asesinato por haber flirteado con una chica blanca. Su muerte se convirtió en un asunto nacional cuando la madre de Till exigió que el ataúd de su hijo permaneciera abierto durante la ceremonia funeraria. La cara desfigurada del niño recorrió América, y el grado de desesperación de los afroamericanos llegó a niveles insospechados cuando los asesinos del niño quedaron absueltos por un jurado blanco, creando un clima de frustración muy elevado.
Unos meses después, el 1 de diciembre de 1955, motivada por el recuerdo de Till, la afroamericana Rosa Parks encabezó una de las acciones de no violencia más simbólicas del siglo XX: decidió ocupar un asiento reservado a los blancos de un bus público de la ciudad de Montgomery (Alabama). Por el sencillo gesto de sentarse fue arrestada. La imagen de Parks sentada en el bus es quizás una de las más conocidas de los movimientos de no-violencia. Lo que quizás es menos conocido es que su acción no fue una casualidad espontánea motivada por un golpe de furia.
Parks no era una ciudadana cualquiera sino una activista bien entrenada. Era la secretaria de la sucursal de la NAACP (http://www.naacp.org/) (Asociación Nacional para el Avance de los Derechos de las Personas de Color) en Montgomery. Desde su posición, había participado en numerosas acciones de protesta contra la segregación racial y había asistido a cursos sobre relaciones raciales, donde se habían discutido tácticas de resistencia no violenta.
Aunque Parks no fue la primera persona arrestada por sentarse en un lugar reservado a los blancos, su caso recibió mucha más atención mediática. Esto tampoco fue casualidad. Hacía tiempo que la NAACP quería detener la discriminación racial en los buses, pero esperó que Parks fuera arrestada para lanzar una campaña mediática de gran envergadura. Como dijo Edgar Dixon, el presidente del NAACP en Montgomery, para que la acción fuese exitosa, necesitaba que fuera arrestada una persona con una buena reputación en la comunidad, que hiciera rabiar suficientemente a los afroamericanos como para empezar un boicot. De hecho, previamente se habían descartado otras candidatas porque Dixon no estaba seguro de que despertaran suficiente simpatía para viralizar el acto de protesta.
Una vez aparecida Parks, la NAACP se puso en marcha, organizando un boicot de los buses públicos. Durante 381 días –los que tardaron en acabar con la segregación racial– los afroamericanos no usaron los transportes públicos de Montgomery. El movimiento se vio reforzado gracias al liderazgo de un entonces desconocido pastor bautista llamado Martin Luther King. En poco tiempo, Edgar Dixon había creado un símbolo y encontrado un líder carismático, dos elementos claves en toda campaña de no violencia.
El acto de Rosa Parks cambiaría para siempre la vida del reverendo Martin Luther King. Desde el principio, tuvo claro que para su lucha usaría las técnicas de la no-violencia. King, entendiendo que la RNV era un estrategia que debía planificar milimétricamente, pidió ayuda a Bayard Rustin, conocido defensor de los derechos sociales. Rustin no sólo era un conocido activista, sino también uno de los mejores conocedores de la teoría de la no-violencia. Gran lector de Thoreau, había pasado seis meses en la India donde, nutriéndose directamente de los discípulos de Mohandas Gandhi, se había formado en las estrategias y tácticas de la RNV.
El boicot de Montgomery se organizó hasta el último detalle, al igual que Gandhi había organizado la Marcha de la Sal. Los líderes del movimiento se aseguraron el éxito inicial mediante el apoyo de los principales predicadores de las iglesias de la comunidad negra, que inmediatamente hicieron de altavoz a la NAACP. Además de poner en marcha una potente campaña mediática, idearon todo un sistema de transportes alternativos (coches compartidos, taxis que cobraban el mismo precio que el bus), para evitar que el boicot perjudicara los intereses económicos de los afroamericanos.
Pero King fue más que un gran ejecutor de la resistencia no violenta. Consciente de que la estrategia india de Gandhi, diseñada a miles de kilómetros y en circunstancias muy diferentes, puede que no animar a los suyos, se zambullió en los textos de la RNV para entender las claves. Así pudo encontrar, hábilmente, la manera de fusionar los ideales cristianos (los afroamericanos eran muy religiosos) con la estrategia gandiana. Él mismo explicó que «la filosofía de «poner la otra mejilla» y «amar a tu enemigo» sólo es válida cuando los individuos están en conflicto con otros individuos; cuando los grupos raciales y las naciones están en conflicto es necesario un enfoque más realista. Después encontré la vida y las enseñanzas de Mahatma Gandhi». Y añadió que «Cristo proporcionó el espíritu y la motivación mientras Gandhi proporcionó el método».
Armado con una estrategia bien definida, y con asesores expertos en no-violencia, King se convirtió en uno de los impulsores más importantes del movimiento a nivel nacional, organizando toda una serie de campañas ejecutadas con rigor y buscando el eco mediático. Tal fue el caso de los «sit-ins» de Nashville (Tennessee).
En aquella época no sólo estaban segregados los autobuses. También lo estaban los restaurantes, donde los afroamericanos no tenían derecho a sentarse junto a los blancos. Los seguidores de King vieron una oportunidad estratégica. Los comedores tenían impacto en la vida diaria de la gente, eran muy visibles y se podía acceder fácilmente. Una vez determinado el objetivo, los activistas se prepararon durante meses. Para empezar, recibieron formación en resistencia no violenta, tanto a nivel filosófico (siguiendo las doctrinas de King) como a nivel táctico. Por ejemplo, simularon que estaban sentados en los bares, y sus propios compañeros los empezaron a insultar, aprendiendo así a autocontrolarse. Además, enviaron observadores a los restaurantes para obtener un buen conocimiento del terreno identificando aquellos restaurantes donde obtendrían una respuesta más agresiva, los que tenían teléfono para poder comunicar a la prensa los resultados de la acción, y también identificar aquellos situados cerca de hospitales por si los lesionados necesitaban asistencia médica.
Antes de llevar a cabo la acción, los organizadores imprimieron panfletos con las consignas claves que debían seguir los activistas y como debían actuar. Se les recomendaba no devolver los golpes, no reírse del adversario, no dejar su asiento hasta que su líder les diera permiso, y no bloquear las entradas y salidas. Además, debían vestir de manera elegante, ser agradables, tener buena postura, explicar todos los detalles del evento y recordar los pensamientos de Jesús, Gandhi y Martin Luther King.
La campaña fue todo un éxito. A pesar de que los jóvenes fueron insultados, humillados y agredidos, en ningún momento perdieron los nervios, ni devolvieron los golpes. Cuando un grupo de activistas era arrestado, inmediatamente ocupaba su lugar un segundo grupo, que había estado esperando, organizado con el mismo rigor que un ejército, fuera del comedor.
Sus acciones irritaron hasta tal punto a los supremacistas blancos, que pusieron una bomba en el domicilio de uno de los líderes del movimiento. Esta sobre-reacción se volvió en contra de los racistas. La comunidad negra comenzó a sentirse interpelada. Y he aquí que entró en juego el cálculo estratégico. Los líderes del movimiento canalizaron la ira de sus seguidores a través de una llamada a boicotear los comercios de la comunidad blanca. Así atacaban directamente a uno de los pilares de apoyo de su adversario. En poco tiempo, la situación se convirtió en insostenible en Nashville, y el propio alcalde se vio obligado a decir públicamente que la discriminación era negativa para la ciudad. Unas semanas más tarde los afroamericanos comían junto a sus conciudadanos blancos.
Después de los hechos de Nashville, King, Ruskin y otros líderes afroamericanos pasaron a organizar otras acciones de no violencia altamente efectivas, ejecutadas con eficiencia militar. En lugar de marcarse un gran objetivo que podía generar frustración si no se alcanzaba, se dedicaban a combatir leyes concretas que les abrieran las puertas a posteriores victorias más grandes. Gracias a su determinación, lograron derribar un montón de leyes injustas. Acabaron con la segregación en el transporte público, en las universidades, lograron que los afroamericanos pudieran registrarse para votar en las elecciones presidenciales...
El éxito del movimiento radicó en saber utilizar la violencia del adversario a su favor, y sobre todo, en aplicar la estrategia de no violencia con gran rigor, tanto a nivel estratégico como táctico. Como dijo la propia Rosa Parks de Martin Luther King: «Como el recuerdo, [King] era mucho más que un soñador, era un activista que creía tanto en la acción contra la opresión como en su crítica».
Eduardo Peris Deprez es especialista en estudios de la guerra y doctorando del King s College (Londres) @misterperis. Xavier Carmaniu Mainadé es doctor en Historia Contemporánea @Xaviercarmaniu.
Enlace del artículo original en catalán:
https://www.elnacional.cat/ca/politica/no-violencia-rosa-parks-luther-king-independencia_221460_102.html
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