Al servicio de este pueblo.

Avui. Sábado, 13 de Enero de 1979. Página 5.

¿Dónde estamos?

Habíamos prometido todos juntos en una asamblea maravillosa, orgullo de nuestro pueblo, unos mínimos imprescindibles, la renuncia de los cuales tomaba el nombre de traición. Por las razones que sea, todavía no los hemos alcanzado. Ante las próximas elecciones, nos parece que es bueno saber dónde estamos y qué nos falta del camino que lleva a la consecución de estos mínimos:

1. Sobre la amnistía general de los presos y exiliados políticos, la ley del 14 de Octubre de 1977 es estrecha; no amnistió del todo ni a los militares, ni a las viudas, ni a los mutilados de guerra de la oposición, que no reciben un trato igual al que tienen los del sistema vencedor. No se han devuelto patrimonios incautados, no se ha aplicado la amnistía en algunos casos. No se han legalizado ciertos partidos, y se han producido hechos posteriores a la ley que han vuelto a ocasionar presos y exiliados políticos luchadores contra formas fascistas aún existentes.
2. Sobre el ejercicio de las libertades democráticas fundamentales, encontramos en la Constitución, en el proyecto de Estatuto y en la práctica cotidiana del poder recortes importantes antidemocráticos, y el acceso del pueblo al poder político y económico es todavía de una debilidad aterradora. Especialmente el acceso al poder económico.
3. El restablecimiento provisional de las instituciones y los principios configurados en el Estatuto de 1932 aún está lejos. Tenemos sólo una pre-autonomía formal a medias. El Estatuto es sólo un proyecto, inferior al del 1932 y que espera los recortes de Madrid. Este posible Estatuto no lo tuvimos como provisional en la fase de transición como se preveía, sino que lo tendremos como definitivo, cuando se apruebe. Y la Constitución impide también definitivamente la vía para llegar al pleno ejercicio del derecho de autodeterminación. Las posibilidades de reforma de la Constitución en este sentido son casi impensables.
4. La coordinación de la acción de todos los pueblos peninsulares en la lucha democrática fue un bello deseo, un sueño dorado que no existió nunca y que, por tanto, está todavía por empezar. Se han hecho todas las unificaciones centralistas que podamos pensar, pero una coordinación de la acción de todos los pueblos peninsulares no ha existido nunca y la aproximación más decente fue aquel famoso intento de coordinación de Galicia, Euskadi y Cataluña de los años treinta llamado Galeusca.

Qué tarea más grande nos queda aún por hacer si queremos que la historia no nos tilde de traidores a la estimada dama, cuyo nombre es Asamblea de Cataluña.

Lluís M. Xirinacs.