Al servicio de este pueblo.
Avui. Viernes, 12 de Enero de 1979. Página 5.
Laberintos.
¿No os ha pasado nunca de encontraros en medio de uno de estos grandes almacenes sin acertar la salida? Hay que preguntar a los vendedores donde cae la puerta para ir a la calle. No se ve ninguna saeta de aquellas que se encuentran en un aparcamiento subterráneo o en una gran estación ferroviaria con la indicación de «Salida».
Es una medida elemental de seguridad. Sobre todo pensando en la gran aglomeración de gente que se junta en estos supermercados, la inflamabilidad de los vestidos, de los muebles, de las instalaciones y la cantidad de conducciones eléctricas que hay. Un incendio es algo muy probable. Hemos leído en los periódicos, varias veces, catástrofes en este sentido, con muchas víctimas.
Habría, pues, que señalizar nuestros grandes almacenes. Y si lo están es de una manera muy poco visible. Un director de un gran almacén sin señales de salida lo razona diciendo que si la gente no encuentra la salida recorre más escaparates y compra más. ¡Caramba qué razón más bonita!
El negocio es el negocio y, para captar algunos clientes más, estamos dispuestos a correr el riesgo de un gran desastre.
No hablamos de otras medidas más generales de defensa ciudadana que no se toman en ningún lugar de nuestro país. Hace tiempo comentaba la existencia de refugios atómicos obligatorios en Suiza. Aquí no tenemos ninguna previsión en este sentido. Ni siquiera unas medidas de emergencia ante un terremoto, para evacuar rápidamente la población de una gran ciudad, para dar salida, por ejemplo, a una concentración humana tan impresionante como es nuestra Barcelona, a propósito de la que alguien me dijo que ofrece sólo treinta y seis centímetros cuadrados para cada uno de sus habitantes. ¿Os imagináis la salida en masa de la gente de nuestra ciudad en un momento de pánico?
Hay que buscar solución a posibles situaciones bloqueadas. Cabe señalar con claridad y rigor los caminos de salida de situaciones de callejón sin salida. Hay que pasar por encima de la ambición insaciable de ganar clientela a cualquier precio. Hay que marcar caminos de salida a las necesidades angustiosas del pueblo a pesar de posibles pérdidas particulares. Hay que resolver el laberinto.
Esto también es cierto en política.
Lluís M. Xirinacs.