Al servicio de este pueblo.
Avui. Sábado, 6 de Enero de 1979. Página 5.
Misión en Winterthur.
En el justo momento en que estallaba la nueva de la disolución de las Cortes y del anuncio de elecciones generales, cuando la joven y flamante clase política catalana se ponía en ebullición y sus torbellinos y chupadores me rodeaban con proposiciones de toda tipo, cogí el avión hacia Suiza a requerimiento de los sacerdotes españoles de la misión católica dedicada a nuestros obreros emigrados en este país. Habían encargado un cursillo bíblico sobre el Nuevo Testamento.
Durante tres días hemos estado reunidos en Lucerna a orillas del lago de los Cuatro Cantones, en un paisaje nevado bellísimo; en un seminario construido a la suiza. Quiero decir espacioso, caliente, sólido, elegantísimo, con modernidad extrema, como un hotel de categoría. Los curas españoles, con humor decían: «Esto sí que es construir sin complejos». Y se referían al complejo de observar de esta manera la pobreza.
Aquí todo está resuelto y se vive muy bien. Precisamente me avisan que la misión católica española de Winterthur está vacante. Al cursillo asisten, entre otros, los sacerdotes de la misión de Zúrich y de Saint Gallen. Winterthur está en medio. Perfectamente dotada económicamente. Con unos locales magníficos. Con unos feligreses que ya conocí la semana santa del año pasado y con los que me adapto fácilmente. Es tradición que el cura sea catalán.
¿Me quedo?
Ahora volveré a Cataluña. Estoy un poco cansado. En mi querido país demasiados intereses internos o exteriores chocan y luchan entre ellos y veo con gran tristeza como se manipula el pueblo, el emigrado, el marginado, la comarca, el barrio, el sindicato, ei parado. Veo cómo se dañan las oportunidades de recuperación de unas masas envilecidas por el largo franquismo.
No sé. No sé. Ahora volveré a mi pobre, triste y desgraciada tierra. No sé cómo la encontraré. Le he pedido nueva unión, nueva ilusión, nueva fidelidad en la defensa de los derechos inalienables del hombre, del trabajador, de la nación.
¡Qué tentación, huir hacia el norte donde todo está ordenado!…
Lluís M. Xirinacs.
