Al servicio de este pueblo.
Avui. Miércoles, 3 de Enero de 1979. Página 5.
Disolución de las Cortes españolas.
Mi última enmienda a la Constitución pedía la disolución de las Cortes constituyentes, una vez aprobada la Constitución. No se trataba de una medida coyuntural. Era una medida normal en una situación que quiere ser democrática.
En la defensa de la enmienda, el pleno del Senado, recité una larga lista de inelegancias antidemocráticas realizadas por el gobierno Suárez, muchas veces, con la aprobación de los principales partidos parlamentarios. Y les pedía que demostraran su voluntad democrática aceptando mi enmienda. Fue votada unánimemente en contra.
En cambio, la disposición transitoria octava, que permitía a Suárez de hacer lo que quisiera, fue votada unánimemente a favor. ¿Por qué se queja, pues, Felip Soler Sabarís que Suárez haga lo que el propio Soler le permitió con su voto?
En mi enmienda se pedía que, antes de la disolución, las Cortes elegidas el 15 de Junio hicieran, por procedimiento de urgencia, la ley electoral exigida en los artículos 68, 69 y 70 de la Constitución. Ningún partido apoyó a mi sugerencia. Ahora tendremos que volver a votar según una ley electoral confeccionada e impuesta por unos señores sin representación democrática.
Suárez no ha elegido el camino de la disolución de las Cortes por elegancia democrática, sino por los intereses electorales de su partido. Sabe que las elecciones municipales le son adversas y, si hacía las generales tras las municipales, le podía suceder algo muy desagradable. Se ha visto, pues, forzado a hacer las generales antes, aunque el resultado del referéndum constitucional no le da mucho margen para el optimismo.
Suárez soñaba en un setenta por ciento de votos afirmativos y ha obtenido un cincuenta y nueve por ciento. Es posible que Suárez pierda algún escaño parlamentario y, por desgracia, es posible que se lo quede gente más a la derecha, por obra y gracia del desencanto provocado en el pueblo por la actuación de la izquierda parlamentaria.
Suárez no ha triunfado, como pensaba. Quería ser dueño y señor. Y he aquí que se ve obligado a contar con los demás. Lo mismo cabe decir de la izquierda parlamentaria. Tanto uno como los otros deberán contar con el resto de los ciudadanos tan maltratados en las elecciones del 15 de junio.
Yo me atrevo a pedir a la izquierda parlamentaria que sepa favorecer la izquierda nacionalista extraparlamentaria. De lo contrario, preparémonos a ver en las Cortes aquella derecha que culmina en Blas Piñar.
Lluís M. Xirinacs.