Al servicio de este pueblo.
Avui. Jueves, 23 de Noviembre de 1978. Página 6.
De nuevo, represión.
Ya antes del referéndum constitucional que decidirá entre otros asuntos, el del terrorismo tipificado en el artículo 55 del texto y aun antes de la publicación de la ley antiterrorista aprobada por el Parlamento, solamente con un decreto del gobierno, ha entrado de nuevo en acción el aparato represivo en todo el Estado español. Una vez más, el estado de excepción institucionalizado.
No hablo del País Vasco, hablo aquí, de la Cataluña mansa. De todos lados me llega la angustia de familias cuyos miembros han sufrido detenciones. No saben de qué se les acusa. Se les aplica el decreto antiterrorista.
Pueden sufrir entrada en el domicilio, registro y detención sin orden judicial previa. Pueden permanecer en comisaría todos los días que quiera la autoridad gubernativa. Hasta ahora ningún juez no se ha opuesto a que la detención se alargue más de setenta y dos horas. Después, la cárcel.
Miquel Colomer, que regenta la librería de la Libertad, en Gràcia. Manuela Claveria, dependienta de la librería Catalunya de I'Hospitalet. Alfred García. Carme Navarro. Encarna Jordán. Carme Riera. Severiano Panduro. Tres estudiantes vascos y dos catalanes de la Universidad.
Anteayer celebramos un acto contra la ley antiterrorista y por la libertad de los cinco estudiantes detenidos, en el salón de actos de la Facultad de Ciencias Económicas de Pedralbes. Vuelve el desazón universitario. Sube, de nuevo, la temperatura de este termómetro tan sensible de la sociedad.
El profesor Sacristán habló, lúcido como siempre. Hizo ver claramente a los estudiantes que el terrorismo de Estado y, por tanto, del sistema establecido en las democracias burguesas, fue anterior a los actos de violencia de grupos populares, llamados actos de terrorismo. Explicó que la crisis económica del capitalismo lleva este sistema hacia un endurecimiento de su actuación política. Y precisamente esta dureza represiva institucional es la que provoca por reacción la radicalización armada de los grupos marginados de oposición.
Creo que con estas consideraciones, que comparto plenamente, resta patente la absoluta hipocresía de las campañas antiterroristas actuales. Manifestaciones y leyes antiterroristas no sirven para otra cosa que para fortalecer la acción del Estado sobre todos los ciudadanos.
¡Apenas salíamos de la gran dictadura!…
Al tercer año, resucitó.
Lluís M. Xirinacs.