Al servicio de este pueblo.
Avui. Miércoles, 22 de Noviembre de 1978. Página 5.
Francesc Mateu Cànoves.
Acababa de llegar a Ciudad de Mallorca. De noche. La isla de la calma estaba engullida por la noche. La oscura había tragado sus bellezas. La prisa de la política del momento también participaba del acto de devorar la naturaleza privilegiada del lugar.
Del avión al coche. Del coche a la conferencia de prensa. De la conferencia de prensa al mitin.
En la conferencia de prensa un periodista hábil me pregunta:
–¿Qué se siente cuando te dicen que han matado el juez que te condenó tres años en prisión?
Tengo experiencia en conferencias de prensa, pero tengo que confesar que esta vez he permanecido en silencio unos minutos. Iba a responder una impertinencia. Iba a decir: «No siento nada». Pero no se lo habría creído. Es cierto. No sentí nada el día anterior cuando un amigo me lo avisó en el aeropuerto de Madrid.
Me duelen todas las muertes. Pero esta tanto como las de los millones de negros, de asiáticos, de brasileños que se mueren de hambre cada día. Del obrero que cae del andamio. De los hombres que viven vegetativamente en la enfermedad, en la miseria, en la incultura, en prisión.
Pero cuando digo que no siento nada quiero decir que no siento ni odio, ni espíritu de venganza, ni satisfacción. No quiero la muerte, quiero la convicción. No colaboro en ninguna muerte conscientemente. Lucho desesperadamente por convencer, para hacer cambiar hombres como Francesc Mateu Cànoves, que me condenó a mí a tres años de cárcel por un delito que no había hecho. Que sólo a los del proceso 1001 les condenó a más de ciento cincuenta años de prisión. Y que despachaba miles de procesos de terror en el Tribunal de Orden Público, angustia de todo el Estado.
«Soy una Persona no violenta que no comparto el terrorismo, pero lo comprendo. Sé que matar es la vía menos inteligente y que hay otros caminos, pero éste era un señor que ha permanecido tantas horas en la vida de las personas que se le puede calificar como colaborador insigne de la violencia institucional. La violencia que él ha sufrido es mínima ante la violencia que él ha repartido».
Esto dije y es reflejado en el «Diario de Mallorca» (18-11-1978).
Martín Villa ha puesto esta expresión en conocimiento del fiscal del reino por si constituye delito de apología del terrorismo (artículo 263 del código penal).
No es apología del terrorismo. Es juicio responsable. Y lo mantengo.
Lluís M. Xirinacs.