Al servicio de este pueblo.
Avui. Domingo, 12 de Noviembre de 1978. Página 6.
Eslogan: Constitución sí, terrorismo no.
Cuesta entender como hay todavía alguien que desee mandar. Recuerdo que en tiempos no muy lejanos, en los diferentes Estados europeos, a menudo los partidos de izquierda preferían permanecer en la oposición que entrar a formar parte del gobierno en condiciones no favorables. Ahora, en cambio, parece que se ha desvelado una desazón por mandar con tanta fuerza que los partidos de oposición no reparan en condiciones. Mandar a toda costa. Para ellos, toda otra actitud es puro testimonialismo. No importa que para mandar haga falta defender unos puntos exactamente opuestos al propio programa. O que te hagan caminar con las manos en vez de hacerlo con los pies. O que tengas que matar tus propios amigos. No importa. Primero, mandar. Después, desde arriba, ya rectificaremos el timón en la búsqueda de la dirección que nos conviene.
Realmente hoy en día mandar es una cosa bien turbia. ¿Se puede mandar, por ejemplo, sin recurrir a métodos como los que utilizan los servicios secretos de inteligencia de los grandes Estados que se reparten el mundo? ¿Puede candorosamente convertise en alternativa de poder un partido que renuncie a programar campañas desestabilizadoras consistentes en atentados, secuestros, explosiones, sabotajes, asesinatos de altos cargos del propio bando, si es necesario, para atraer adhesiones al propio programa? Si uno quiere ser un gobernante eficaz no puede pararse en pequeños escrúpulos. Hay que aliarse con las fuerzas internacionales o, mejor, multinacionales de la desestabilización, que es la forma fina de referirse al terrorismo.
Cuando sale de los despachos de altos ejecutivos la idea toma el nombre de desestabilización. Después, aún con este nombre digno, viaja en la cabeza de unos agentes pagados por el presupuesto de los Estados y, por tanto, de todos nosotros, los honrados ciudadanos. Más tarde la idea se transforma en un paquete de armas o de explosivos que se suministra a cualquier grupo de activistas de ideas revolucionarias o reaccionarias, según convenga, previa la infiltración de alguien que disimuladamente guiará el punto de mira hacia el objetivo prefijado. Aquí ya se produce la metamorfosis. La desestabilización se transforma en terrorismo. Las manos sucias que matan entran en acción y se esconden cuidadosamente las manos limpias que mandan matar. Después estalla la flor sangrienta del terror y la tragedia en una familia. Y se siembra abundantemente la semilla del miedo en toda la población.
Finalmente, las manos limpias preparan un decreto antiterrorista, una ley antiterrorista, un artículo 55 de la Constitución antiterrorista, una campaña masiva de manifestaciones antiterroristas. La población asustada, obsesionada, vota sí a todo lo que diga el papá gobierno, omnipotente protector de todos los buenos ciudadanos. Y desaparece para todos el derecho a la inviolabilidad de domicilio, el secreto de las comunicaciones telefónicas, postales, telegráficas. Y te pueden tener días y días en la comisaría bajo la más leve sospecha de la policía.
Si fueran sinceros deberían decir: terrorismo si, Constitución sí.
Lluís M. Xirinacs.