Al servicio de este pueblo.
Avui. Sábado, 11 de Noviembre de 1978. Página 5.
Eslogan: consolidación de la democracia.
Los partidos del consenso constitucional nos dirán por los cuatro costados: no se puede correr demasiado. Ahora de lo que se trata no es de hacer la revolución sino de consolidar esta difícil democracia esmirriada que empieza a nacer después de la larga dictadura. Hay que liquidar el franquismo que se esconde aún con gran fuerza detrás de los grandes Bancos, de la Administración y de las otras instituciones del Estado. No hemos podido imponer la ruptura. La limpieza es larga y difícil.
Yo estaría de acuerdo con todo esto si no se ocultara detrás que la consolidación supuesta de la democracia significa en realidad otra cosa: la consolidación del capitalismo absolutista e imperial de la segunda mitad del siglo XX. Igual como el feudalismo medieval acabó en unas monarquías absolutas y autoritarias, el capitalismo liberal de hace dos siglos está acabando en las multinacionales con bombas atómicas, desestabilizaciones de la CIA, torturas terribles en los países indóciles del área y «democracias» gobernables o musculosas, títeres de Estados Unidos, en los países dóciles del área.
La mejor manera de consolidar la democracia no consiste en dejar que el mismo enemigo de la democracia, que fabricó el fascismo, pueda ahora consolidar su frente de guerra un poco más allá. Consiste en no dar respiro al enemigo de la democracia, que no pueda consolidar sus posiciones. No podemos hacer la revolución, ni podemos alcanzar la soberanía que el enemigo de la democracia nos tomó respectivamente en 1936 y 1714, pero es de locos ayudarle a cavar trincheras contra nosotros y emplazar cañones contra nuestros objetivos, algo más allá, para consolidar la derrota que les hemos infligido un poco más acá.
Cuando los americanos rompieron el frente de Normandía contra los alemanes no se dedicaron a limpiar de francotiradores enemigos los nuevos territorios conquistados. Iban hacia adelante, adelante sin parar. Dejaban algunos enemigos en la espalda que a menudo herían y mataban soldados suyos. Pero mucho peor hubiera sido permitir al enemigo de reorganizar y consolidar un nuevo frente. Entonces las muertes en vez de producirse por decenas se habrían producido por miles.
Vamos, vamos ayudándonos a consolidar, haciendo manifestaciones contra los francotiradores del enemigo…
Lluís M. Xirinacs.