Al servicio de este pueblo.
Avui. Martes, 7 de Noviembre de 1978. Página 5.
Falsificación del referéndum.
Una vez más la elegancia democrática ha resultado vencida.
El día de la votación definitiva en la totalidad de la Constitución en el Senado agradecí a la Cámara que a pesar de prever la absoluta primacía del sí sobre el no y las abstenciones en la votación posterior se daban con ecuanimidad tres turnos de palabra a favor del texto y tres turnos en contra. Se lo agradecí, pero era la cosa justa. Antes de votar no se puede prejuzgar el resultado de las votaciones y, en consecuencia, hay que dar igualdad de oportunidades a todas las alternativas a la hora del debate con imparcialidad.
Sin embargo parece que el gobierno, en el reciente Real Decreto sobre utilización de los medios de comunicación social del Estado durante la fase de consulta del referéndum constitucional, aprobado el 3 de noviembre, no ve las cosas así.
La distribución de los espacios televisivos se hará por un comité de doce vocales. Seis nombrados por el Ministro de Cultura (UCD cincuenta por ciento). Los otros seis serán representantes de los grupos parlamentarios donde también está UCD y donde domina masivamente el sí a la Constitución.
Pero donde el escándalo es mayor es en el criterio distributivo del tiempo. Se efectuará en proporción a los escaños de cada grupo parlamentario. Por poner un ejemplo según la proporción del Senado, por cada doscientos veintiseis minutos para el sí tocarán cinco minutos para el no y ocho minutos para la abstención.
Se ha seguido el criterio intolerable de prejuzgar el resultado del referéndum: «El referéndum reflejará la misma proporción de las Cámaras, por tanto daremos al sí, al no y a la abstención el mismo espacio televisivo que tiene en las Cámaras». Esto es disimular con la proporción según los escaños parlamentarios porque es un criterio vergonzoso, indigno de una sociedad democrática. De esta manera, ¿qué utilidad tiene el referéndum si se predetermina el resultado? La población debería movilizarse en protesta airada. Hay que rechazar este criterio de todos modos.
El criterio correcto para la pureza de un referéndum es de dar un espacio exactamente igual a todas las alternativas sin la mínima ventaja para ninguna de las tres posibilidades. Esto es consultar al pueblo soberano. Aquello es manipular un pueblo esclavo.
Desde esta columna protesto enérgicamente.
Lluís M. Xirinacs.
