Al servicio de este pueblo.
Avui. Domingo, 5 de Noviembre de 1978. Página 5.
Diputados populares.
Y partidos populares, Y guerra a los tecnócratas y a los políticos profesionales. Tanto la gente del pueblo como políticos muy importantes creen que ser político es una cosa difícil, para la cual hay que estar muy bien preparado.
Es una equivocación que tiene el nombre de tecnocracia o burocracia: el gobierno de los técnicos o de la gente de despacho. Esto no es cierto ni a los ayuntamientos –quien manda es el alcalde elegido y el técnico supeditado a él es el secretario del ayuntamiento, hombre de carrera– ni en medios superiores. El gobierno que es electivo y político tiene toda la Administración del Estado, que es un inmenso aparato técnico a su servicio. Y los parlamentarios, electivos y políticos, tienen a su servicio unos letrados o abogados, técnicos que hacen leyes, para ayudarles.
El político es un ciudadano cualquiera. O cualquier ciudadano puede ser político y hace falta que se interese por la política. Sólo debe menester honestidad, sensatez, sentido de la justicia, de la libertad, de la solidaridad. Y una inteligencia normal.
Ahora hay que preparar las elecciones al Parlamento de Cataluña. Una disposición transitoria de nuestro proyecto de Estatuto determinará la forma de los primeros comicios estrictamente catalanes. Los partidos están divididos en dos tendencias: los que quieren la representatividad proporcional a la población y los que la quieren territorial, siguiendo la división comarcal. La división comarcal, excepto en el área metropolitana barcelonesa, acerca y liga el diputado al territorio concreto, pero favorece la derecha rural y desprecia el extensísimo mundo de los trabajadores. Pero la posición contraria tiende a hacer coincidir las circunscripciones territoriales con las provincias: territorios artificiales, muy del gusto de Madrid, que no reflejan las comunidades naturales de los catalanes y que resultan demasiado grandes. Esto aleja al diputado del territorio concreto. En Inglaterra, la circunscripción electoral, que es pequeña, elige un diputado, que queda así estrechamente ligado a su territorio. Esto es democracia de la buena. Es acercar el Estado al pueblo y hacerlo amar por el pueblo.
Anteayer, en la página de «Diàleg» («Diálogo») del AVUI, ofrecí un modelo de división electoral del principado de Cataluña que hace corresponder un diputado cada cincuenta mil habitantes y fracción, excepto en algunas comarcas muy despobladas que merecen atención especial. Respeta barrios, municipios y comarcas. Acerca el diputado a su comunidad natural. Se presta a sucesivas correcciones para que siempre el número de representantes se mantenga proporcional a la población, lo que no ocurre con el sistema inglés.
Hace falta que el representante conozca sus representantes y éstos lo conozcan a él. Es necesario que nuestro pueblo sienta como familiar su Parlamento.
Lluís M. Xirinacs.