Al servicio de este pueblo.
Avui. Jueves, 26 de Octubre de 1978. Página 5.
Generosidad siempre.
Nunca sabrás qué pasó en la comisaría. No hay nunca testigos disponibles. Por ello proponía suprimir el paso por comisaría.
Ayer hablaba del caso de Josep Lluís Delpech. «Se tiró al suelo y se rompió el hueso».
Tampoco sabes de qué lado está el delito. El detenido acusaba en la manifestación. La policía acusa. El torturado denuncia. Aparecen contradenuncias. Josep Lluís sale en los periódicos como miembro del PCE(I). Ha sido necesario desmentirlo. No es cierto. Se le acusa de haber lanzado cócteles molotov. Pero se le ha visto torturado y hundido psíquicamente. Y se sabía cristiano y militante.
Y últimamente la comunidad de cristianos de la parroquia de Sant Josep de Hospitalet del Llobregat ha recibido una carta de Josep Lluís desde la prisión que dice:
«Quiero daros las gracias a todos vosotros que me estáis ayudando. Quisiera dárosla personalmente. Pero no es posible. Como ya sabéis porque estoy aquí, espero que al igual que yo todos juntos roguemos para que no se repitan cosas como ésta y que Dios perdone a los culpables. ¿Qué os puedo decir más? La vida en prisión es rutinaria. Siempre igual. En la enfermería, donde estoy, si se sabe llevar bien se está medianamente pasable. Lo peor son las galerías, que no reúnen unas elementales condiciones de higiene. ¿Para qué contaros esto? Ya os podéis hacer la idea.
Mis compañeros de enfermería, aparte de lo que hayan hecho, son buena gente, puesto que, como ya saben, muchos están aquí por las condiciones extremas que pone, a veces, una sociedad como la nuestra. Si tuviera que continuar explicando todo lo que sucede y las impresiones que me causa mi estancia aquí, no tendría suficiente papel. Sólo quiero expresar, una vez más, mi gratitud y que, juntos, roguemos por todas las personas que en el mundo lo necesitan».
La comunidad cristiana de Hospitalet quedó sorpresa vivamente ante la serenidad de un chico tan joven y tan maltratado por la vida. Uva madura que, pisada, hace mosto.
Lluís M. Xirinacs.