Al servicio de este pueblo.
Avui. Domingo, 22 de Octubre de 1978. Página 7.
El Estado, cobrador de la Iglesia.
Hemos adoptado de Alemania el sistema Pal de televisión. Muchos puntos de nuestra Constitución han sido defendidos con la autoridad de la ley fundamental de Bonn. También parece que el PSOE saca mucha inspiración y ayuda del Partido Socialdemócrata alemán. Políticos y financieros alemanes vienen a nuestro país para ayudarnos en la salida del régimen autoritario que hemos sufrido.
Josep Maria Espinàs comenta en el AVUI de ayer el impuesto eclesiástico que, copiado de Alemania, parece que se aplicará a partir de los nuevos pactos con la Santa Sede. Como habla Espinàs y tal como decía la previa nota de prensa, parece que esta solución al problema del mantenimiento de las Iglesias es inevitable.
Otras veces he dicho que no me gusta y que me parece inadecuado en nuestras latitudes. También quisiéramos importar las teologías alemanas de Odo Cassel, o de Karl Rahner y nos gustan más las teologías francesas o latinoamericanas. Quisieron imponer a nuestros sacerdotes el vestido de clergyman tan extensamente experimentado en los países nórdicos y aquí no ha podido acaso arraigar.
Se ha optado por una solución técnica y automática. Las Iglesias del norte de Europa con este procedimiento se han vuelto ricas, acomodaticias, burocráticas, como una especie de servicio social.
¿Por qué el Estado debe intervenir en un asunto estrictamente interno de las Iglesias? ¿Por qué debe centralizar todo? ¿Por qué también de paso toda la financiación de la Iglesia brotará de una fuente central? ¿Por qué será necesario declarar al Estado la propia religión, lo que violenta el derecho a no declararla, como reconoce la Constitución?
Las jerarquías no se fían de la ayuda económica directa de sus fieles porque hay muy poca fidelidad y muy floja. Y, en vez de trabajar para fortalecer esta fidelidad, se introduce un sistema mecánico de contribución, dependiente del Estado.
¿Como nos alejamos de la auténtica comunidad de fe viviente y responsable, creyente y misionera! ¡Pobres pastores, profesionales de la fe, condicionados por el Estado, defensores del sistema establecido para proteger la propia estabilidad, exonerados de la angustia que sufre el pueblo de trabajar al margen del apostolado para subsistir!
No. No me complace este sistema.
Lluís M. Xirinacs.