Al servicio de este pueblo.
Avui. Martes, 17 de Octubre de 1978. Página 10.
No a los Países Catalanes.
Hace temblar ver la distancia política que existe entre los días de las elecciones y ahora. Todavía en Septiembre de 1977, cuando se clausuró el ámbito de ordenación del territorio del Congreso de Cultura Catalana, en Tortosa, los políticos, salidos de las urnas, se dedicaban a hablar sin miramientos de los Países Catalanes. Los grandes líderes en Tortosa, bien hermanados, encendieron la llama de los Países Catalanes en los terrenos cedidos por el ayuntamiento para hacer el Casal de los Países Catalanes. Plantaron palmeras y pronunciaron discursos.
Ahora no. Ha llegado la indecisión. Sólo se habla cuando no hay más remedio, cuando se hace el ridículo si no se habla. Antes, bajo el aliento del querer profundo del pueblo, las cosas catalanas se planificaban para los tres Países: el diario AVUI, la Gran Enciclopedia Catalana, la Universidad de Verano, el Congreso de Cultura Catalana. Ahora ni siquiera en los debates constitucionales no ha existido ningún tipo de política unitaria de Países Catalanes para defenderlos contra la prohibición de federación de territorios autónomos. Acosados por la opinión pública, algún diputado por aquí y algún senador por allí, han defendido una tímida posibilidad de relación cultural y suficiente.
Mientras tanto, por encima, en el terreno de los grandes negocios, se hace la primera autopista del Estado a lo largo del eje que vertebra los Países Catalanes. A la hora de hacer una refinería de petróleo se construye en Tarragona y no en Barcelona, pensando que está más cerca del centro de gravedad económico de los Países Catalanes. Lo mismo habría que decir de la siderúrgica colocada en Sagunto. Parece como si por aproximación nos fuéramos acercando a la capital natural: Tortosa.
Y, abajo, en el terreno popular, vemos como en la Fiesta Nacional en Cataluña crece la convocatoria en el Fossar de les Moreres, donde hablan representantes de los Países Catalanes. Pero donde estalló la voluntad popular en este sentido fue en Valencia. La euforia, el entusiasmo fue en la plaza de toros. Aunque la entrada costaba cien pesetas. Lo nunca visto. Las otras concentraciones fueron indecisas. Tanto, que los comentaristas políticos exigían al Consejo General de Valencia un cambio de línea.
Todavía no hay patronato para el Casal de los Países Catalanes de Tortosa. Es todo un símbolo. El pueblo quiere los Países Catalanes. Los grandes políticos, votados por el pueblo, ahora no los quieren. Ni aliancistas, ni ucedistes, ni socialistas, ni comunistas. Quieren un Principado autónomo con la categoría de nacionalidad, un País Valenciano y unas Islas autónomos con la categoría de regiones. Uno de primera y los otros dos de segunda. Y los tres bien separados, controlados directamente desde Madrid, sin entendimiento político entre ellos.
Lluís M. Xirinacs.