Al servicio de este pueblo.
Avui. Martes, 10 de Octubre de 1978. Página 7.
Valenciano y botifler no puede ser.
El día 7, a las diez y media de la noche, se iniciaba la celebración del día nacional del País Valenciano en una gran sala de Gandia. Los valencianos practican un deporte, que llaman trinquete, en unos locales larguiruchos, como frontones vascos cubiertos. Allí, con buen acierto de los organizadores del PSAN, nos reunimos.
Éramos mil quinientas personas. Gandia es la capital de la comarca de La Safor. Habían editado un número especial de «El dàtil», en ocasión de la fiesta. También intervino Patxi Letamendia, diputado vasco. El mitin fue vibrante.
Pero todo el mundo sufría por la gran concentración nacionalista convocada al día siguiente en la plaza de toros de Valencia. Era la primera vez que el Aplec del Puig entraba en la capital del País Valenciano, tan castigada por las ofensivas derechistas dedicadas a la ceremonia de la confusión del valencianismo del pueblo.
En Barcelona, los nacionalistas, muy minoritarios aún, fueron protegidos en su convocatoria en el Fossar de les Moreres por la estrechez de los callejones del barrio de mar. Pero estos valencianos ambiciosos se habían lanzado a hacer una convocatoria en un recinto donde cabían dieciocho mil personas sentadas y treinta mil si se ocupaba la arena. Los partidos parlamentarios les habían dado la espalda. La prensa, incluso la del Principado, se mostraba muy pesimista.
He aquí que no se cabía. Una hora antes los alrededores estaban llenos de gente y de banderas. Media hora antes llegó la Marcha que venía de las comarcas en cuatro columnas de los cuatro ángulos del País Valenciano. A la hora en punto de empezar ya estaban dentro las treinta mil personas. El ambiente indescriptible. Supongo que los periódicos ya explicarán los detalles.
Yo sólo diré que allí vi encarnada y expresada la praxis espontánea del pueblo, lo que hoy en día, con tanta manipulación como impera, cuesta ver en ninguna parte. Si, es cierto, que los oradores, en alguna ocasión, tal vez fuéramos o doctrinarios o partidistas o demagógicos. Pero el conjunto del planteamiento de esta conmemoración respondió a lo que el pueblo trabajador y patriótico desea y vive en la entraña de su ser. Por eso el pueblo estaba. Por ello aplaudía, gritaba, cantaba y bailaba. Por eso se mantuvo sereno, ordenado, prudente, a pesar de las dos explosiones provocadas en el recinto. Los organizadores reventaban de satisfacción. Ventajas de servir al pueblo en vez de servirse del pueblo.
Día transparente, glorioso, auténtico.
Lluís M. Xirinacs.