Al servicio de este pueblo.
Avui. Sábado, 30 de Septiembre de 1978. Página 10.
Militares y no violentos.
¡Son tan distantes el mundo de la violencia y el mundo de la no violencia! ¡La cultura violenta occidental y el misterio de la no violencia de los pueblos orientales y primitivos! ¡Estoy tan cansado de escuchar que soy utópico y testimonial!
¿Como te lo harás, me he dicho, para enterrar en el surco de esta tierra áspera y bárbara la fina semilla de la fuerza del espíritu, sin que sea rechazada del todo como algo extraño?
El almirante de la flota española, senador Marcial Gamboa, acababa de decir: «El servicio militar es obligatorio para los españoles varones. Excepcionalmente la ley establecerá, con las garantías debidas, un servicio civil sustitutorio para quienes formulen objeción de conciencia al servicio con armas a la patria».
He pedido que la objeción fuera un derecho, no una excepción. Que el servicio civil no fuera un servicio militar disimulado, y que nunca sea un castigo que dure más que el militar.
He pedido que se aceptaran las dos formas de defensa de la comunidad: la violenta o militar y la no-violenta.
He pedido que se investigue y se experimente en el terreno de la defensa civil no-violenta del territorio de cara a la gradual superación de la defensa militar, que es un mal menor que sufre la humanidad que apenas se despierta de la somnolencia de estilo violento heredada de los animales y accede al descubrimiento de una forma de lucha hecha de honradez, de convicción, de transparencia, de delicadeza, de fortaleza, que hace tambalearse imperios si se juega de verdad.
Aun he pedido a los militares que si les preocupa realmente la defensa de la comunidad y si realmente no son prisioneros de los métodos inferiores de la violencia, sean ellos quienes creen centros de investigación y de experimentación de defensa no-violenta para demostrar al mundo que su profesión es la defensa, no la destrucción. También he dicho que la no-violencia sólo es eficaz si juega limpio y que esto es difícil de aceptar para un Senado donde la mayoría defiende intereses de unos pocos hombres poderosos y opresores que ganaron las elecciones para lo que invertieron mucho dinero.
Aquí me cortó la palabra el presidente.
Lluís M. Xirinacs.