Al servicio de este pueblo.
Avui. Miércoles, 20 de Septiembre de 1978. Página 5.
Quico Vila-Abadal.
Amigo, el corazón no da para tanto. Tu corazón no pudo resistir la tensión y se ha partido en dos. Si hubieras optado por una posición más cómoda vivirías más. Ahora, todo se ha acabado.
Pero no lo creas del todo. Has caído en el intento, pero nos has abierto un camino. Nos has enseñado algo difícil en un momento difícil: se puede ser un político comprometido y sin embargo se puede seguir siendo una persona libre.
Los grandes aparatos políticos que son los partidos fácilmente se convierten en arrolladores. Para acumular fuerza política exigen de sus miembros una renuncia muy fuerte de sus convicciones personales discrepantes. Aquel militante, que no sea lo suficientemente valiente, tiende a rendirse totalmente a la voluntad del aparato. Así los aparatos acaban llenándose de gente despersonalizada que, a la larga, hacen de peso muerto y ahogan el aparato. Es difícil mantener una personalidad creadora y libre dentro de un gran partido.
Tu eres del Partido Socialista de Cataluña. En los últimos tiempos había hablado contigo varias veces. Siempre te encontré libre y creador. Siempre me topé con una persona que hablaba por sí misma, no sólo como un repetidor de la línea del partido.
Durante cuarenta años hemos sido educados en el más feroz de los dogmatismos y nos falta la flexibilidad que da el sentido dialéctico de la realidad. Si afirmamos algo, inexorablemente negamos lo que le es contrario. Nos parece, a las personas y a los partidos, que servir a la persona y servir al partido son dos cosas incompatibles. Tú lo intentabas sometiéndote a las mayores tensiones. Y esta posición te permitió que también pudieras hacer de puente con otros partidos diferentes del tuyo.
Intentaste tender puentes entre orillas demasiado distantes, demasiado altivas, demasiado crispadas, demasiado sacudidas por intereses opuestos y tu pobre corazón te dijo basta.
¡Bienaventurados los artesanos de la paz!
Lluís M. Xirinacs.