Al servicio de este pueblo.
Avui. Viernes, 15 de Septiembre de 1978. Página 5.
PSOE y opresión nacional.
Es de suponer que las encuestas llevadas a cabo por el Instituto ICSA-Gallup sean de fiar. «La Hoja del Lunes» de Barcelona decía que, según publica el diario «Las Provincias» de Valencia, «los votantes del PSOE, que según este sondeo ganarán en la región valenciana las elecciones municipales, son decididamente contrarios a los Países Catalanes, con un 91,2 por ciento sobre los votantes definidos partidarios de la bandera con franja azul; cercanos al 93,6 por ciento de Alianza Popular».
Soy una persona excesivamente ingenua y demasiado inclinada a pensar bien. Me había parecido que el PSOE, precisamente por su progresismo, por su preocupación por la liberación de la clase obrera y de toda persona o grupo sometido a la opresión, jugaría decididamente a favor de las naciones oprimidas del Estado español.
Ya vimos como a la hora de discutir en el pleno del Congreso la cuestión de la federación de territorios autónomos, el portavoz del PSOE valenciano atacó la moderadísima intervención de Jordi Pujol a favor de los Países Catalanes. También vemos, cada día, como el presidente de la Generalitat preautonómica valenciana, igualmente del PSOE, hace un papel más triste que los presidentes de las Islas y de Aragón, que son de UCD.
Finalmente, el senador Fernández Viagas, presidente del ente preautonómico andaluz, ha declarado públicamente que no cree el en nacionalismo de Andalucía, y el senador Rubial, presidente del Consejo preautonómico vasco, tampoco es muy conocido por su nacionalismo.
¿Qué te ha pasado, Partido Socialista Obrero Español? ¿Dónde quieres ir? ¿Por qué os calláis, nacionalistas del Partido Socialista de Cataluña ante una actitud tan equivocada que acerca al PSOE a Alianza Popular? ¿Será cierto que no tenemos nada que hacer en todo lo que se decide más allá de nuestras fronteras catalanas y que lleva el nombre de español, venga de la derecha, venga de la izquierda?
Ante estos hechos la desanimada defensa socialista de un Estado español de carácter federal para no se sabe qué brumoso futuro, alza en nuestro ánimo una fundada sospecha de trampa fundamental. Sabemos de países que han elegido el modelo confederal y que mantienen por debajo un férreo centralismo de hecho.
En la campaña electoral del 15 de Junio todo el mundo era nacionalista. Ahora, ¿qué queda?
Lluís M. Xirinacs.
