Al servicio de este pueblo.
Avui. Miércoles, 6 de Septiembre de 1978. Página 7.
Soberanía inconfesada.
Cuando hube terminado la defensa de la Confederación española, a base de Estados soberanos y tras unas palabras de cortesía del portavoz de UCD, Jiménez Blanco, tomó la palabra Fernández-Miranda y dijo: «¿De qué se trata? ¿De plantear la cuestión en términos de autonomía o de soberanía? El señor Xirinacs lo plantea en términos de soberanía, y esto, naturalmente, es un planteamiento para mí luminoso si el resto de grupos y partidos quieren claramente explicar ante los ciudadanos cuál es su opinión. Nosotros vamos a votar en contra de esta enmienda».
Durante todo este día, Fernández-Miranda, recién salido de UCD, lidió mucho. Quiso ocupar una tercera vía entre la derecha centralista y el bloque del consenso. Quería contra los del consenso suprimir el término «nacionalidades» porque implicaba reconocimiento de soberanía y realmente lo implica. Pero se desmarcaba de las posiciones derechistas que sólo toleran descentralizaciones administrativas, porque se quiere mantener en un talante progresista.
Él reconoció que las entidades territoriales poseen unos derechos que son anteriores a la existencia del Estado español y lo confirmó diciendo que las competencias que se transferirán del Estado a las entidades territoriales no son una concesión sino un reconocimiento que hace el Estado de estos derechos anteriores a su propia existencia.
No acepta la soberanía de los territorios, pero les reconoce unos derechos anteriores al Estado. Y pregunto yo, ¿dónde está la fuente de estos derechos? ¿Dónde hay que ir a buscar el fundamento de estos derechos si no en la existencia de una soberanía básica anterior que fue arrebatada por la fuerza, pero que sigue reclamando sus existencias irrenunciables, después de tantos años de sujeción?
No, señor Fernández-Miranda, visceralmente es opresor y no nos quiere reconocer la soberanía, y racionalmente es inteligente y nos la reconoce. Igual como UCD, sólo que UCD cede el término «nacionalidades» y usted, más astuto, no. Ambos están en una contradicción que no quieren asumir.
Lluís M. Xirinacs.