Al servicio de este pueblo.
Avui. Domingo, 3 de Septiembre de 1978. Página 6.
Sangre sobre el río de la Plata.
Todavía no lo conozco personalmente. Se llama Rodolfo Campos. Se argentino. Tiene cincuenta y tres años. Tipógrafo. Periodista. Conoce perfectamente bien Latinoamérica. Después de la visita que hizo a Cuba en 1959, al volver a México, donde vivía entonces, fue detenido y deportado. Residió después en Francia y en 1962 participa en el establecimiento de la Argelia independiente. La revolución argelina le roba el corazón. En 1967 regresa a la Argentina, donde lucha con las armas del periodismo. En Octubre de 1977, huye de nuevo al exilio. Publicado por la agencia Efe en Argelia, visita los campamentos civiles de refugiados saharianos bombardeados con napalm por la aviación francesa. Explica la visión dantesca. La narración es traducida a muchos idiomas.
Sólo lo conozco por su primera novela Sangre sobre el río de la Plata. El próximo lunes, en la librería Leviatán, calle de Santa Ana, 23, a las ocho de la tarde, se hará la presentación del libro. Me han pedido que la haga yo.
Cuando escribo estas líneas sólo he leído las cincuenta primeras páginas de la novela. Es un luchador, un auténtico militante. No pierde el tiempo. No pierde una palabra. Tiene prisa. Está en guerra.
Se nota que la tragedia de su país le presiona avasalladoramente. Se nota su alta conciencia de la tragedia. La conciencia de que esta tragedia no es sólo propia de su país. Que está escondida y al acecho en un lugar o que, abrumadora, lo niega todo con sus aguas en otro.
Escribe un libro de una gran fuerza literaria, pero sin ninguna concesión a la literatura. Un libro tenso de argumento, pero sin ninguna concesión a la truculencia. Un libro lleno de preocupación ideológica, pero sin doctrinismo.
Lo que más me interesa del libro es la militancia que, sin mención aparente, se ve que posee el autor. Sólo pueden ser felices aquellos que se conforman con la esclavitud y tienen la suerte de haber nacido en una zona rica. El resto o son unos pobres infelices que mueren de incultura, de hambre y de miseria, o son unos luchadores perseguidos como ratas, calumniados, marginados, torturados, que llevan la libertad enterrada en su corazón y la dignidad escrita en sus frentes.
Quizás el libro acabará intentando demostrar que el guerrillero urbano no es oportuno hoy. Lo que es cierto es que el libro demuestra que la libertad humana sólo llega a aquel que la conquista.
Lluís M. Xirinacs.