Al servicio de este pueblo.
Avui. Viernes, 1 de Septiembre de 1978. Página 5.
Participación popular en el poder.
Viernes, día 25 de julio, por la mañana, defendí una enmienda mía que hablaba, muy moderadamente, de la democracia directa. El artículo 23, según el texto del Congreso dice: «Los ciudadanos tienen derecho a participar en los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes, libremente elegidos en elecciones periódicas por sufragio universal».
El lector imparcial puede observar que el párrafo es desequilibrado. Explica muy bien la participación indirecta y no explica nada de la participación directa. ¿Es que les da miedo, el pueblo, a los diputados?
Los ponentes del Congreso debían copiar textualmente el texto del párrafo primero del artículo 21 de la Declaración de los derechos humanos, de la ONU. Y los redactores internacionales de esta declaración, supongo, intentaban decir que cualquier persona tiene voz pasiva en las elecciones, es decir, puede ser presentada como candidato. Pero la participación directa no se agota con una candidatura. El pueblo tiene mil otras formas de intervenir en los asuntos públicos. Y muchas de estas modalidades son constitucionalizadas, siguiendo la pauta de otras Constituciones.
Por eso en mi enmienda añadía «participar directamente o por medio de referéndums, asambleas, manifestaciones y otras facultades enumeradas en esta Constitución». Así cualquier ciudadano restaba informado tanto de los caminos de participación directa como de la indirecta.
La reacción de los partidos fue desorbitada. El PSOE me tildó de fascista y UCD de visigótico. ¿Por qué? Para que estos partidos sólo quieren la democracia que pasa exclusivamente por ellos. Ya les reconocí el protagonismo. No se contentan con el protagonismo. Quieren ser la cabeza, el cuerpo y la cola. Lo quieren todo. Están hambrientos después de cuarenta años de pasar hambre. Amigo Espinàs, tú decías que por ahora es un sueño la unión del pueblo en protesta cívica contra los continuos abusos de autoridad. Veías utópica la novela de Pedrolo Acte de violència (Acto de violencia). Sí, tienes razón, es utópico. Antes por la autoridad exagerada de uno. Ahora, porque los partidos, que quieren ser democráticos, lo impiden con todas sus fuerzas. Los partidos parlamentarios populares también. Han desmontado o congelado las organizaciones populares que al menos en Cataluña estaban unificadas en la Asamblea de Cataluña y ahora votan contra la participación directa del pueblo, contra el referéndum y contra las manifestaciones ante las Cortes por temor a que la derecha manipule un pueblo que era bien suyo y que han abandonado.
No vamos unidos porque nuestros líderes no quieren. De poder si que podíamos. En la Asamblea estábamos prácticamente todos. Suficientes para boicotear la B-30, la autopista de Mataró, una Constitución adversa y un Estatuto estrecho de pecho.
Lluís M. Xirinacs.