Al servicio de este pueblo.
Avui. Miércoles, 23 de Agosto de 1978. Página 5.
Caminantes desobedientes.
Estaba muy amable y dialogante el señor Belloch, gobernador civil de Barcelona. De ello dejé constancia en un artículo mío hace meses. Aun me llegó la información de que estaba contento.
Esta vez las cosas han ido de otra manera. La Marcha del Llobregat lo ha dislocado todo. No me puedo ocupar como quisiera. Desde el día que salió anunciada en la prensa me cayó muy bien. Oportunísima. Pero tengo entre manos un trabajo inmenso a propósito de la Constitución y no puedo dedicarle tiempo. Como los caminantes, a mí me están tapando la boca. Me han anulado ya ciento sesenta y cinco intervenciones y están a punto de anularme veinticinco más.
La guardia civil de Berga, por órdenes superiores, prácticamente también está amordazando la Marcha.
Hablé con el señor Belloch. Pero esta vez él sólo dialogaba formalmente. De fondo, tenía un no como una catedral. Muy educada la conversación por su parte, más que por mi parte. Pero estoy harto, de educaciones formales. Dialogando significa cordial. Diálogo significa de corazón a corazón. Y el corazón estaba cerrado y vallado. No hubo diálogo como defecto en el Senado. Debates formales. Nadie tiene el corazón abierto a nadie. Si dices que si al otro: golpecitos en el hombro y sonrisas. Si dices que no, como si no estuvieras. Nunca compartir: ahora tú, ahora yo. Hoy ha ganado que el castellano es el español. Con las votaciones en contra de catalanes y vascos que no deben ser españoles.
Me preguntáis angustiados, amigos caminantes que camináis con pena y represión por la alcantarilla del Llobregat a la vez que consumís vuestras vacaciones entre basura, me preguntáis si se puede convencer al gobernador.
No. No se le puede convencer. No dialoga. Sólo hay un camino. Haced la marcha como deseéis. Desobediencia cívica. Los orígenes de la no violencia contra unos señores que no quieren prohibir a las fábricas que viertan desechos al río y quieren prohibir a los ciudadanos la limpieza del río. Hoy, hay desobedecerle. ¡Coraje!
Es un consejo.
Lluís M. Xirinacs.