Al servicio de este pueblo.
Avui. Sábado, 5 de Agosto de 1978. Página 5.
Todavía en marcha por la libertad.
Hace dos años que los pueblos y barrios de Cataluña eran recorridos por una llamarada de ilusiones.
Recuerdo que el día en que el ministro de gobernación Fraga Iribarne prohibía la Marcha de la Libertad, los caminantes me pidieron que escribiera una contrarréplica. Excusadme que cite unas frases: «El búnker puede renunciar a una gran concentración, porque no tiene gente para concentrar. La oposición no puede renunciar a una gran concentración, porque es su fuerza. Fraga sería árbitro justo, si al prohibir la concentración de hombres que conlleva la Marcha de la Libertad, igualmente prohibiera la concentración de dinero que conlleva el holding del Banco Español de Crédito. Y eso ya sabemos que no lo hará».
En el último año ha ocurrido un fenómeno similar pero no atribuible a Fraga sino a nuestros amigos políticos de centroizquierda e izquierda. Se pensaban que si las fuerzas populares desmontaban Asambleas de Cataluña, detenían sindicatos y asociaciones de vecinos, suprimían acciones y manifestaciones de masas y, ya no hablemos, condenaban así genéricamente, indiscriminadamente el terrorismo, el indulto para los presos sociales y la amnistía para los nuevos presos políticos, el enemigo, tocado en lo más vivo de su corazón, nos daría lo mínimo que queremos.
¡Qué más quería el enemigo que nuestro desarme! Nuestra única fuerza segura conquistada difícilmente en las condiciones más adversas es la fuerza del pueblo. Nosotros tenemos sólo pueblo. Ellos tienen sólo dinero. ¿Acaso han desmontado ellos sus bancos, sus financieras, sus circuitos de créditos, de organización de su fuerza militar, los circuitos administrativos cerrados? ¿Sabéis qué pasa con Els Joglars? ¿Sabéis qué pasa con la seguridad social? ¿Sabéis qué pasa con la televisión? Y os pondría treinta interrogantes más.
¿Por qué, si el franquismo no se ha roto, romperéis la Asamblea de Cataluña en vez de adecuarla a la nueva situación política?
Como decía entonces, hay que volver a decir:
«Sintiéndolo mucho, nosotros no podemos aceptarlo. Lo haremos igual pero con más dificultades».
Lluís M. Xirinacs.