Al servicio de este pueblo.
Avui. Viernes, 4 de Agosto de 1978. Página 5.
Pactar sin fuerza.
Ayer decía que me mantenía separado del consenso constitucional. Pienso que no hago un daño al país hablando críticamente del consenso. Hay una montaña de defensores. En Cataluña son las fuerzas mayoritarias.
Dicen que en el Congreso y más en el Senado todo ello son habas contadas. Si se rompe el consenso todavía perderemos más. Y tal como están las cosas tal vez esto es cierto. Pero las cosas no han ido bastante bien y nos han llevado a la situación actual que a mí y muchos otros se nos hace difícil de aceptar.
En los puntos de la Asamblea de Cataluña y en el parlamento que Jordi Carbonell hizo en Sant Boi el once de Septiembre del 1976, se definían unos mínimos irrenunciables. Y se ha renunciado en el consenso. Y se ha llegado a decir que esta Constitución es «cojonuda».
¿No teníamos fuerza para mantenerlos? ¿No teníamos fuerza para hacer la deseada ruptura? Bien. Pactemos. Pero pactar no es decir blanco a lo que es gris. Es decir: cedemos en esto, pero pensamos en aquello y votaremos en contra o, al menos, nos abstenemos. Nunca vamos a votar a favor de cosas contrarias a las que pensamos, ni esconderemos o disimularemos las imposiciones. Nunca diremos que es democracia lo que aún sigue siendo dictadura. Avalaremos el avance por pequeño que sea y, como máximo, callaremos con el mantenimiento de la fuerza impuesta.
No nos hacemos ilusiones. Al enemigo no lo engañamos, y el pueblo sencillo lo desorientamos y manipulamos con estos equívocos.
Pero la equivocación no es sólo de palabra o de actitud. Se ha dado una equivocación de hecho de gran trascendencia política. Si no hay cambio rupturista sino solamente reformista quiere decir que en parte pervive la dictadura. Entonces la lucha política no puede reducirse a lucha negociadora en las altas instancias. Hay, aún para tener fuerza negociadora, la lucha popular. Los partidos, en la proporción en que han participado en pactos como el de la Moncloa o el de la Constitución, han frenado el empuje popular y han detenido, desmontado o impedido las serenas y poderosas organizaciones de base que poseían antes.
Con la fuerza que teníamos y que hemos regalado a la dictadura quizás el pacto del consenso nos habría dado una Constitución mejor.
Lluís M. Xirinacs.