Al servicio de este pueblo.

Avui. Martes, 1 de Agosto de 1978. Página 6.

Hipocresía antiterrorista.

La hipocresía de las campañas oficiales antiterroristas no tiene límite. Hace pocos días, hablaba de los interrogantes que suscita la sigla GRAPO. Ahora, en los diarios, se encuentra una avalancha de informaciones extrañas, confusas, contradictorias sobre el GRAPO, la ETA y las autoridades policiales.

Los GRAPO parece que han hecho estallar artefactos explosivos a propósito del 18 de julio, que secuestraron el teniente general Villaescusa y Antoni Oriol i Urquijo. ¿Son los responsables de la muerte de Jesús Haddad, director de prisiones? Fueron acusados, en primer momento, del doble asesinato de militares ocurrido hace pocos días. Después el hecho se atribuyó a ETA. Cuando se buscaba a los responsables de ETA no se los encontraba y se encontraban los del GRAPO. La impresión es que los etarras engañaban la policía.

Ahora se habla del cese del comisario general de información Roberto Conesa, experto en GRAPO. Y del cese como jefe de policía de Bilbao de José Saiz, sub-subdirector general de Seguridad. Estos dos policías cayeron en desgracia de Arias Navarro y volvieron a reflotar con Adolfo Suárez.

Este intrincado rompecabezas se oscurece aún más si prestamos atención que en La Habana, Philippe Agee, ex-oficial de la CIA americana, señala que seguramente la CIA manipula grupos como las Brigadas Rojas italianas, los GRAPO españoles o grupos extremistas de Alemania federal. Dice que el método de infiltrarse, en los grupos mencionados, personas clave de la CIA es muy común, ya que así esta organización puede dirigir las acciones de estos grupos extremistas para su beneficio. Se siguen haciendo los «trabajos sucios» de siempre.

Primero, pensamos que la CIA es un organismo oficial de los Estados Unidos que, como se podemos ver, fabrica terrorismo. Segundo, creemos que, como nos dice el ex-agente secreto franquista González Mata en sus libros, el gobierno español a través de él también fabricó terrorismo a través del FRAP y de otros grupos, hasta matar figuras públicas. ¿Qué nos impide pensar que todo sigue aquí en colaboración con los estamentos oficiales extranjeros, que, todos juntos, parecen tan preocupados por la ascensión del terrorismo? Agee dice que la ruptura portuguesa desarticuló momentáneamente la CIA en Portugal. Pero en el Estado español sólo ha habido reforma. ¿Qué sentido tiene el montaje de una unidad especial antiterrorista, la presentación de un proyecto de ley antiterrorista o la inclusión en la Constitución de un párrafo antiterrorista? ¿No sería más claro hablar de guerra entre dos terrorismos oficiales montados con la colaboración de la «carne de cañón» de unos jóvenes radicalizados por falta de oportunidades con el dinero del paciente ciudadano contribuyente, el uno a favor del este, según nos dice Alfredo Semprún –«argelinos y cubanos entrenan en 1976 más de ciento cincuenta etarras»– y otro a favor del oeste, según nos dice Philippe Agee? ¿No sería más comprensible sustituir el término terrorismo por el de guerra sucia?

Lluís M. Xirinacs.