Al servicio de este pueblo.
Avui. Domingo, 16 de Julio de 1978. Página 7.
No a la ley de elecciones locales.
El pasado viernes se celebró la votación final definitiva sobre el proyecto de ley de elecciones locales. Todo el mundo votó «sí» excepto tres «no» entre los que estaba el mío. La cosa era dada y bendecida. No había rectificación posible.
Más de una vez he hecho ver la superficialidad de los planteamientos democráticos del proceso político actual. Las elecciones locales no pueden copiar mecánicamente las pautas de las elecciones generales. Un municipio no es sólo una pequeña parcela de un Estado o de una nación. Un municipio es una realidad con peso específico propio, con soberanía propia.
Un partido político triunfante, a nivel general, puede muy bien no tener ninguna persona capacitada en un municipio determinado, mientras que en ese mismo municipio puede sobresalir una persona independiente o perteneciente a un partido político minoritario o extraparlamentario.
La verdad democrática de los grandes partidos se basa en leyes estadísticas que sólo son válidas cuando se juega con grandes números. Y esto sólo sucede en las elecciones generales o en las elecciones de Barcelona o Madrid, que, por desgracia, no es posible realizar barrio por barrio.
El principio general que se ha seguido en la nueva ley es el fortalecimiento del pluralismo político, que favorece a los partidos mayoritarios, criterio totalmente equivocado con respecto a los municipios.
Se necesitaban listas abiertas o, al menos, sin bloqueo para compensar la rigidez de las listas de partidos con supresiones o añadidos correctores, como se hace, por ejemplo, en Alemania Federal. Había que rehuir la ley de Hondt que enmienda los resultados a favor del más fuerte y que no vale para pequeñas áreas electorales.
Esta ley tiene otras imperfecciones y errores, pero sobre todo, manifiesta que los partidos políticos quieren devorar los municipios. La pequeña rendija abierta que representa la posibilidad de que una agrupación unitaria de electores forme lista puede ser bloqueada por cualquier partido mayoritario.
Quizás los partidos mayoritarios no han tenido tiempo de meditar bastante lo que representa la realidad municipal. Los partidos están hechos para resolver los grandes problemas generales. Hay que flexibilizar la herramienta para resolver los concretos y limitados problemas municipales.
Lluís M. Xirinacs.