Al servicio de este pueblo.
Avui. Jueves, 6 de Julio de 1978. Página 5.
A escondidas.
El lunes pasado hicimos la segunda reunión de los parlamentarios catalanes de cara a la redacción del borrador del nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña. Esta vez convocaban en conjunto la Entesa dels Catalans y los partidos políticos parlamentarios. El único punto del orden del día consistía en determinar la composición de la comisión encargada de esta redacción. Se quiere tener listo el Estatuto al día siguiente de la aprobación por referéndum de la Constitución, para remitirlo inmediatamente a la comisión constitucional del Congreso.
Es muy comprensible esta prisa. Ningún parlamentario catalán no quiere mantener Cataluña en la sujeción total en la que se encuentra, ni un día más por su culpa. Porque, según la Constitución, la tarea de redactar el Estatuto, en el caso del principado, recae sobre los diputados y senadores catalanes en las Cortes generales. La aprobación del proyecto es encomendada a la Asamblea de Parlamentarios.
Todo el mundo ve que hay que hacer el Estatuto con el procedimiento más diáfano. El camino claro sería convocar la Asamblea de Parlamentarios, que ésta nombrase una comisión del Estatuto, que la comisión designara una ponencia para hacer el borrador, que se abriera un periodo de presentación de enmiendas por parte de los diputados y senadores, que la ponencia presentara el anteproyecto tras examinar todas las enmiendas y que éste se discuta y votara en la comisión y, después, en el pleno. Ni que decir tiene, a la luz pública, y sin pactos secretos, que en Cataluña no se necesitan, vista la situación política dominante.
Sin embargo, a pesar de la gran democracia que vivimos, es imposible convocar la Asamblea por dificultades, al parecer, insuperables. La Constitución -que todavía no es vigente- dice en su artículo 143 bis: «El gobierno convocará a todos los Diputados y senadores elegidos en las circunscripciones comprendidas en el ámbito territorial que pretender acceder al autogobierno, para que se constituyan en asamblea». De manera que no nos podemos constituir en lo que ya nos fuimos a constituir hace un año. Ni osamos reconstituirnos. Ni Generalitat, ni partidos catalanes, ni nadie se atreve presionar al gobierno para que nos convoque. Ni el gobierno no convoca a nadie.
Y así vamos a medio elástico, haciendo una asamblea real que no es asamblea oficial, haciendo una comisión real que no es comisión oficial y, pronto, haciendo una ponencia real que no es ponencia oficial.
¡Vamos haciendo el Estatuto a escondidas!
Lluís M. Xirinacs.