Al servicio de este pueblo.
Avui. Viernes, 23 de Junio de 1978. Página 5.
«El País» nos entiende.
Una vez más ha saltado el tema de las autonomías en el pleno del Senado y una vez más se ve la distancia entre las posiciones oficiales y la voluntad de los pueblos.
En nombre de la UCD, el senador Sánchez Cuadrado avisó del peligro que se concedieran ventajas autonómicos en países desarrollado económicamente como Euskadi y Cataluña. En su intervención, parecía que la dictadura se había propuesto el desarrollo de Cataluña y Euskadi y que había que detenerlo en nombre de la igualdad democrática. Un senador me dijo al oído: «Ahora resultará que el franquismo fue abertzale». El orador de UCD tenía pasión por armonizar todos los pueblos del Estado, y ya se sabe que armoniza desde el centro. También estaba obsesionado por la solidaridad, y, ya se sabe, la solidaridad se administra desde el centro. Acabó su gloriosa intervención afirmando que estaba dispuesto a lo que fuera necesario para salvar la unidad de España, vinieran las consecuencias que vinieran. El fantasma del alzamiento.
El ministro de «las Regiones», gris, flojo, vacío, defendió una vez más las instituciones autonómicas, como dice «El País», «decoradas simplemente para aquellos telones de cartón-piedra de zarzuela que él diseña en la arbitrista soledad de su despacho».
Antes eran los catalanes y los vascos quienes tenían que salir para defender sus derechos diferenciales. Ahora es el mismo editorial del diario madrileño quien sale decidido en nuestra defensa. Ayer decía: «La insistencia del señor Clavero a repetir, inasequible al desaliento, la buena doctrina de la perfecta igualdad entre las regiones, últimamente revestida de osadas metáforas futbolísticas sobre la pertenencia de todas a la Primera División, aburre incluso las orejas. La astuta salida ideada por el viejo centralismo para ahogar las reivindicaciones vascas y catalanas en una riada de descentralizaciones administrativas no ha servido de nada».
Y termina separando el deber del Estado de acabar con el retraso económico y la desigualdad social en todo el territorio peninsular, del deber de afirmar la especificidad política y la peculiaridad cultural de las reivindicaciones del País Vasco y de Cataluña. La urgencia del primer deber nunca puede ser un pretexto para incumplir el segundo deber o para rebajar las instituciones de autogobierno de los dos países mencionados.
Creo que es importante que esto se diga desde Madrid.
Lluís M. Xirinacs.