Al servicio de este pueblo.
Avui. Domingo, 18 de Junio de 1978. Página 6.
Con gran dolor.
Los amigos que me ayudan recibieron ayer el chaparrón de mi malhumor y de mi disgusto. Iba leyendo el diario el desarrollo de los debates constitucionales del viernes sobre el asunto autonómico y me iba entristeciendo cada vez más.
El día 15 de Junio de este año lo dije en la reunión celebrada en Madrid a los diputados y senadores del Principado de Cataluña. Valoro bien positivamente el trabajo de los diputados catalanes de cara a obtener el máximo de poderes para nuestra nación. Su pragmatismo ha conseguido muchas cosas difíciles, aunque algunas muy importantes han quedado en el cajón. Pero sugerí que tanto en el Congreso como en el Senado había que dejar una constancia unitaria catalana de la exigencia de ejercer el derecho de autodeterminación de aquellas comunidades que, como la nuestra, se consideran nación. Veo esta afirmación bien compatible con el pragmatismo seguido en los temas concretos. La respuesta fue un silencio total.
Al día siguiente, viernes, Convergencia Democrática (Roca) y el Partido Socialista de Cataluña (Guerra) afirmaron que no habrían votado a favor del derecho de autodeterminación. Y el Partido Socialista Unificado de Cataluña (Soler Tura) votó en contra. Se quedaron solitos Euskadiko Ezquerra (Letamendia) y el Partido Nacionalista Vasco (Marcos Vizcaya).
La Constitución queda, pues, cerrada al derecho de autodeterminación y reducida al derecho limitado de autonomía.
¿Dónde ha ido a parar ese «ejercicio del derecho de autodeterminación» del tercer punto de la Asamblea de Cataluña? ¿Está de acuerdo con la actitud de sus representantes, el gran electorado catalán que votó por ellos hace un año?
Comprendo muchas cosas. Pero ésta no. No puedo pasar sin que en las Cortes de Madrid conste bien claro que, si los catalanes no matan policías ni guardias civiles para hacer valer sus derechos, sin embargo no renuncien a su soberanía, a su condición nacional, al derecho de autodeterminación.
¡Ay de los que abusan de la paciencia y la cordura de un pueblo!
Lluís M. Xirinacs.