Al servicio de este pueblo.
Avui. Jueves, 18 de Mayo de 1978. Página 5.
Cordura y locura.
Con nuestra educación racionalista, se nos hace difícil entender la etapa de transición que estamos viviendo. Una transición difícil, que en cualquier momento puede detenerse, marchar atrás, como insinúa Cesc, o acelerarse. La gente tiende a dividirse en dos bloques: el posibilista y el testimonialista. El primero sólo habla de lo que resulta posible en este momento. El segundo sólo habla de los deseos del pueblo. Y se lanzan los trastos a la cabeza.
González Casanova quiere la normalización de la cultura catalana ahora que ya tenemos el cambio social. Oriol Pi de Cabanyes cree que no hay cambio en las cosas básicas y que por tanto no es momento de hablar de normalización cultural.
Los partidos parlamentarios van aprobando una Constitución posibilista que el 15 de Junio ni sabíamos si podríamos hacer. Los extraparlamentarios quieren tumbar esta Constitución porque niega unos principios indiscutibles.
En letras grandes y en primera plana, algún periódico anuncia el gran triunfo de la admisión del término «nacionalidades» o el fin del monopolio del castellano. Pero hay que admitir, al mismo tiempo, que la única nación, la única patria indivisible e indisoluble es España. Se barra, así, el paso al derecho de autodeterminación. Y hay que aceptar la obligatoriedad del castellano y la no obligatoriedad de la propia lengua no castellana.
También se siente la alegría que el nuevo capitán general sea de la «línea Gutiérrez Mellado», que ayudará al pueblo catalán en incendios y otras posibles y no deseables catástrofes y, por ello, le saludan incluso los comunistas, pero se mantiene un sistema de ocupación impuesta y en la Constitución se da al ejército, un lugar por encima del Parlamento en la defensa constitucional, cosa gravemente antidemocrática.
Unos celebran el avance democrático. Los otros cantan: «No és això, companys, no és això» («No es eso, compañeros, no es esto»).
¿Cuándo, juntos, seremos capaces de reconocer en todo su valor los pasos reales adelante que estamos haciendo, sin vendernos el alma ocultando las reivindicaciones básicas irrenunciables? No quiero para Cataluña ni el fantasear utópico ni el servilismo humillante.
Lluís M. Xirinacs.