Al servicio de este pueblo.
Avui. Miércoles, 10 de Mayo de 1978. Página 5.
Sucursalismo o no.
¿Cuando comprenderemos que el derecho y la obligación de defender nuestra nación catalana afecta a todos los ciudadanos de Cataluña? No es algo privativa de un partido o de otro. Es evidente que cualquier partido tiene derecho a considerarse catalanista. Pero los partidos deberían tener las manos libres para defender sus intereses de clase, pues desde la revolución francesa, donde tuvieron su nacimiento, existen para este fin.
Da pena de ver como los partidos que defienden la clase dominante les da vergüenza de publicar esta defensa de intereses que resultan opresivos para la mayoría del pueblo, buscan una cobertura y a menudo la encuentran en el nacionalismo. Por desgracia, de esta manera, el nacionalismo acaba pareciendo un patrimonio exclusivo de la derecha. Y sin embargo yo conozco un gran número de nacionalistas auténticos en los partidos de izquierda, socialistas, comunistas, marxistas, que, a veces, sufren una especie de vergüenza de calificarse públicamente de nacionalistas, como si con esta afirmación hicieran una traición a los intereses de la clase obrera. O bien, al afirmarse nacionalistas y revolucionarios, se convierten en marginados y por consiguiente, de momento, testimoniales.
Es lamentable que la unidad de los socialistas sea dificultada por el problema de si sucursalismo o no sucursalismo. El proletario, como dijo Marx, no tiene patria. Pero el individuo humano no agota su ser con la condición de proletario ni mucho menos, a pesar de ciertos dogmatismos en circulación. Además de proletario el hombre es persona con unos derechos personales que no son patrimonio de ninguna clase y es un ciudadano adscrito a una nación también con sus derechos que se mantienen firmes por debajo de la lucha de clases.
La única salida a este callejón sin salida es disociar estructuralmente la lucha nacional de la lucha de clases. Coyunturalmente los partidos ayudan o combaten las naciones con toda razón desde su perspectiva de que las clases sociales son internacionales. Pero estructuralmente, la institución llamada partido político sólo defiende fundamentalmente una clase social o una capa de esta clase, y la estructura adecuada para defender fundamentalmente una nación es un movimiento de masas populares específicamente dedicado a defenderla. El partido más inteligente que quiera librarse de tensiones nacionalistas internas absurdas será aquel que abone la formación de este movimiento sin intentar su monopolio y permitiendo a sus miembros la doble militancia. Y esto conviene especialmente a los partidos de izquierda que no tienen necesidad de encubrir una política de clase como la suya dedicada a una mayor justicia social.
Lluís M. Xirinacs.