Al servicio de este pueblo.
Avui. Miércoles, 3 de Mayo de 1978. Página 5.
Coacción a un juez.
Rosaura Martínez ha abandonado la huelga de hambre después de cuarenta y siete días, ha pagado la fianza de cincuenta mil pesetas y ya está en su casa en libertad. Estaba acabadíssima. Tenía flebitis y un riñón infectado, cosas graves en una situación normal, cosas gravísimas ahora, con tantos días de no comer. La situación peligraba de convertirse en irreversible. Es licenciada, pero se ha querido hacer obrera. Ahora estaba en paro. Ha hecho ofrenda de su salud y ha arriesgado su vida al borde del precipicio.
Poco nos hemos movido todos juntos ante tanta abnegación. Cuando escribo estas líneas, resta languideciendo en una cama del clínico Inmaculada Gracia, su compañera, también obrera, también en paro, también en huelga de hambre hace ya cuarenta y ocho días. La cama de al lado está vacía. Está sola. Cree que puede avanzar un poco más. Su cuerpo aún aguanta.
Sé muchas cosas de las agonías de una huelga de hambre tan larga, de las noches interminables, y las obsesiones mentales, de la sensación de asco perpetua, de la presencia silenciosa de la idea de la muerte…
El juez es inexorable. Él, por nada del mundo, no retiraría la fianza. Se le ha dicho que no se trata de un enfrentamiento personal, que es una reivindicación general para proteger la salida a la libertad de los presos pobres que no pueden pagar la fianza.
No hay nada que hacer. Algún juez tiene tendencia a pensar que una huelga de hambre es una coacción contra la independencia de la administración de la justicia. ¿Qué pueden saber estos jueces epígonos de la dictadura de delicadezas morales? ¡Confunden tanto las cosas! Ven coacción donde hay una avalancha de amor. La única coacción la hacen estas dos mujeres contra su propio cuerpo. Ellas no hacen absolutamente nada contra el juez, actúan contra ellas mismas, intentar tocar el cuerpo de una persona con un gesto hermoso, elegante, sacrificado, heroico, ¿de eso se puede decir coacción?
Me recuerda aquellas acusaciones de los fariseos contra Jesús: «Has curado este enfermo porque tienes el demonio dentro».
Ya firmaría yo que, usted, señor juez, hubiera hecho siempre coacciones como ésta y por causas tan nobles como ésta.
Lluís M. Xirinacs.