Al servicio de este pueblo.
Avui. Jueves, 27 de Abril de 1978. Página 5.
Clavero o Tarradellas.
Ayer hablábamos de la desigual evolución nacional de los diferentes territorios de la Península Ibérica y de las islas mediterráneas y atlánticas. El caso extremo es el de Portugal, salida natural de los valles del Miño, Duero, Tajo y Guadiana, que sin embargo está separado de España.
Una alta personalidad catalana me hablaba del movimiento iberista que estos últimos tiempos crece en Portugal y edita una revista en todas las lenguas ibéricas. Después de perder su imperio colonial, Portugal resulta demasiado pequeño para ir solo. Ya lo reconocía el propio Spínola.
La misma personalidad catalana comentaba: «Si quieren unirse a España, que traten de retener su ejército propio. Quizás algún día les volverá a hacer falta».
En la actual salida hacia las autonomías, los políticos dudan entre dos tendencias: la de Clavero Arévalo, ministro para las Regiones, y la de Tarradellas, presidente de la Generalitat. El ministro quiere un trato igual para todos los territorios. Las regiones serían provincias más grandes y basta. El presidente cree que Cataluña merece un trato de preferencia. Las palabras del presidente han levantado olas de indignación en otros territorios: Euskadi, Galicia, Andalucía, La Mancha…
Hablando con diferentes políticos catalanes, me han reconocido que el proceso es necesariamente desigual. Pero me lo han reconocido en voz baja. Me han dicho: «¿Quién es el valiente que dice estas cosas en público? Se nos echarían encima los otros pueblos y se nos comerían vivos».
Suárez duda. Clavero Arévalo lo reconoció en el Senado y mostró disgusto por esta duda. Los ponentes de la Constitución también dudan. Han dejado en la más grande indefinición teórica y práctica la distinción entre regiones y nacionalidades.
La debilidad política genera desgracias, guerras, muertes. No nos conocemos los diferentes pueblos. No ha surgido aquel político ibérico que domine los diferentes procesos nacionalizadores y que sepa dar soluciones políticas adaptadas a cada caso. Y resulta difícil afirmar la especial madurez nacional catalana sin recurrir a comparaciones con otros pueblos que pueden convertirse en odiosas.
Conviene que los políticos destierren sus conveniencias a corto plazo y colaboren a crear los diferentes caminos adecuados a las naciones del Estado. Es una cuestión básica que nos afecta a todos más allá de cualquier ideología.
Lluís M. Xirinacs.