Al servicio de este pueblo.
Avui. Martes, 11 de Abril del 1978. Página 6.
Independencia y dependencia.
El amigo Joan Ballester y Canales, en su carta, hace tres días mencionada en esta columna, además de sugerir la abstención catalana ante la nueva Constitución española, señalaba la razón profunda: «Los catalanes nacionales de los Países Catalanes no pueden aceptar ni esta ni ninguna otra Constitución española, sea cual sea su contenido. Que esta Constitución nos obligará a pesar de que nuestra indiferencia fuera manifestada en su mayoría, eso está claro. Pero para los catalanes solo es válida una Constitución nacional catalana. Mientras esto no sea posible debemos concienciar a la gente de nuestra situación de pueblo ocupado y de pueblo que no tiene otra solución para ser él mismo que llegar a la plenitud de su soberanía. Y en esto no hay otra agresividad que la que ellos nos imponen».
El mismo día, dos páginas antes, Sergi Vilar afirmaba: «La inmensa mayoría de los Estados son dependientes. Aquí la gente todavía cree que la Constitución hace el Estado. No es suficiente tomar en consideración las configuraciones político-jurídicas».
Menciona otra serie de hechos que hay que conocer para superarlos o darles unas soluciones racionales. -se refiere a los hechos económicos-. El núcleo financiero principal se desplaza de Barcelona a Madrid a finales de! siglo XIX. La industria pesada y la gran banca dominan más allá de Cataluña. Además, en Cataluña se ha instalado mucho capital madrileño y bastante de europeo y americano. Y un sector de nuestra burguesía no tiene conciencia nacional catalana.
Santiago Ramentol habla del rapto de Europa por América. ¿Quién no ha leído estos días como los bancos del grupo Castells caen en la órbita del Banesto y como RUMASA quería empezar a introducirse en la Banca Catalana?
Dice Sergi Vilar: «De lo que se trata es que cabezas y manos catalanes controlen el sistema productivo de estas latitudes», sin negar la necesidad del control de los otros sectores.
De lo contrario nos pasaría como en el flamante Estado de Liberia, capital Monrovia, primer Estado libre del África negra, el 1855, por mérito del presidente estadounidense Monroe, y que, sin embargo, es una pura y lisa colonia, no de los Estados Unidos, sino sencillamente de la Firestone, que mandó arrancar la selva y plantar caucho. Todo allí es para la Firestone. Y el único banco que había fue también quitado y trasladado a Nueva York, donde hacía más servicio.
Lluís M. Xirinacs.