Al servicio de este pueblo.
Avui. Martes, 21 de Marzo de 1978. Página 10.
Democracia en Vilanova y Terrassa.
El miércoles pasado tuvimos pleno del Senado en Madrid. Martes, en Vilanova y la Geltrú y jueves en Terrassa estuvimos discutiendo, con la gente, qué significa la democracia a nivel de pueblo. A la salida de la dictadura, después de cuarenta años de ignorancia cívica y social, fácilmente tendemos a reducir la democracia a una caricatura: legalización de los partidos, elecciones legislativas, concesión de las pre-autonomías, elaboración de una Constitución. Estos son elementos necesarios pero no suficientes. Y lo que será más decisivo para la consolidación de la democracia, está por venir. Me refiero a la democratización del ámbito municipal y de barrio.
El público se muestra siempre interesadísimo, con una receptividad tan grande que casi asusta al conferenciante. El noventa por ciento de la población todavía no sabe nada de responsabilidades sociales y políticas, pero siempre ha querido «arreglar España» desde la mesa del café de la esquina, o en la peluquería con el secador encasquetado. El pueblo tiene deseo de saber su papel, sobre todo en las cosas concretas que le afectan directamente.
Vino a Madrid, en febrero, Douglas W. Rae, director de ciencia política de la universidad de Yale, y dijo que hay una gran diferencia entre la filosofía de la democracia en América y el sistema existente, a menudo controlado por intereses financieros y empresariales, como demostró el caso Nixon. Hay que ver la corrosión de los distintos soportes de la democracia, que la puede llegar a poner en peligro si ésta no se concreta a niveles locales y en las raíces de los problemas sociales y económicos. Añade que la democracia reducida al ámbito nacional no puede ser estable ni real. Las elecciones municipales democráticas son imprescindibles. Y hay que democratizar la familia, la empresa, la escuela, la universidad, el barrio. La vigilancia de la justicia social y económica a los niveles más bajos es una condición ineludible de la consolidación democrática, y esta responsabilidad afecta a todos los ciudadanos que se han de asociar para hacer valer sus derechos ante las instancias superiores.
Esto nos lo dice un profesor norteamericano que quiere para América una democracia de verdad, y nos hace ver que la que tienen es de trampa.
Lluís M. Xirinacs.