Al servicio de este pueblo.
Avui. Viernes, 17 de Marzo de 1978. Página 9.
Frente a frente de dos ministros.
¿Qué efecto más extraño hace estar sentado en las butacas blandas del Senado, bajo las grandes arañas de cristal, frente a frente de los asientos tapizados de azul donde se pone el gobierno y ver dos ministros y senadores, Landelino Lavilla, de Justicia, y Rodolfo Martín Villa, del Interior, bien puestos uno al lado del otro mientras te dan vueltas por la cabeza ideas fatídicas.
El día 13, a las nueve y diez de la mañana, se descubre un túnel en la cárcel de Carabanchel. Se cogen ocho presos. Se les mete en las celdas de los condenados a muerte. Y en presencia y colaboración de funcionarios, de todo nivel, del centro, se les interroga con tortura y se les abandona en tan mal estado que uno muere: Agustí Rueda Sierra, de Sallent. Así lo declara la Unión Democrática de funcionarios de prisiones.
Todo fue avisado. Dije al ministro de Justicia, hace pocos días, que sus explicaciones no servían de nada, porque eran fundamentadas en informaciones hechas por funcionarios que, por decirlo fino, llamaremos «no democráticos». Las cárceles continúan bajo el terror franquista. Lo denuncian los mismos funcionarios que quieren unas cárceles educativas. Lo dije de la prisión de Barcelona y del penal de Dueso. Ahora lo dicen los de Madrid. Hace una semana que estuve en Málaga, y también allí me confirmó que el motín, que lo arrasó todo, fue provocado.
Hoy, en España, se tortura y se mata. Y quien lo hace pertenece a la administración del Estado. Y lo hace en ejercicio de sus funciones oficiales.
¿Lo oye, señor ministro de Justicia? Mira por donde un hombre que quería ser liberal, se convirtió en responsable de las máximas atrocidades.
Y por si fuera poco, anteayer, señor ministro del Interior, la policía interrumpió una conferencia de prensa en la sede de la Asociación de Familiares y Amigos de los presos, de Madrid y condujo a la dirección general de Seguridad la mayoría de los participantes. La convocatoria, según reconoce el propio gobierno civil, estaba relacionada con la muerte de un recluso en la prisión de Carabanchel.
Bien avenidos, fieles servidores de la justicia y del orden público, sentaditos en unas butacas azul cielo, ambos con cara de niño, sólo les faltan unas alitas de ángel para encarnar dentro el gran salón del Senado uno de esos cuadros maestros de los pintores italianos del Renacimiento.
Renace, renace el franquismo. Pero la población que no quiere indultos para los presos sociales puede dormir tranquila, que ya nos han hecho callar. A Agustí Rueda Sierra, para siempre.
Lluís M. Xirinacs.