Al servicio de este pueblo.
Avui. Viernes, 24 de Febrero de 1978. Página 5.
El porqué de una abstención.
Al comenzar el pleno del Senado en la tarde del jueves, se ha hecho una propuesta relámpago: protesta por la injerencia de la Organización para la Unidad Africana, que pide la descolonización de las islas Canarias. La propuesta no figuraba en el orden del día. Ha sido una operación sorpresa. Si se me hubiera notificado previamente por el portavoz de mi grupo, yo habría intentado consultar con la Entesa de cara a una toma de posición conjunta. Mi actitud ha sido, pues, estrictamente personal.
El tono del lector de la propuesta recordaba más un mitin entonado que una serena intervención parlamentaria. El contenido se ha centrado en la repulsa contra la injerencia extranjera en los asuntos internos de España.
El presidente ha pedido el asentimiento. Todo el mundo se puso en pie y aplaudió, excepto José Vicente Mateo Navarro, senador por Alicante, y el que firma estas líneas. Francisco Letamendia, diputado por Guipúzcoa, adoptó la misma actitud en la votación paralela del Congreso hace pocos días. Bandrés no asistía al pleno.
Los mios han sido unos motivos graves. Me duele mucho cada vez que tengo que tomar una actitud discordante respecto a la mayoría de los senadores y, en especial, a los de mi grupo parlamentario, con las actuaciones del cual he procurado casi siempre mantener una gran solidaridad.
En mis peticiones de todo orden siempre he procurado ser realista y moverme dentro de un equilibrio entre las posibilidades y las necesidades actuales. Pero hay cosas de fondo que son irrenunciables.
No hablo de que Castilla oprima las otras nacionalidades del Estado español. Digo claramente que los responsables del Estado español, desde hace siglos y con insignificantes excepciones, son colonialistas empedernidos, sobre Filipinas, sobre los pueblos de América Latina, sobre multitud de pueblos africanos y sobre los pueblos de la península y sus islas. Y si más no ha hecho, es porque más no ha podido. Separados o juntos, los pueblos deben ser independientes y que pacten uniones o separaciones con libertad y sin coacciones. Y eso ahora no es posible para las islas Canarias ni para ningún otro pueblo dentro del Estado. Somos, pues, colonizados. Y es natural que, si el Estado español no respeta sus pueblos, otros pueblos velen por este respeto.
En esta misma columna, hace dos días, preguntaba: «¿Quién reivindicará a favor de la descolonización de Cataluña?». Yo no puedo predicar algo en casa y la contraria en Madrid.
Lluís M. Xirinacs.