Al servicio de este pueblo.
Avui. Sábado, 18 de Febrero de 1978. Página 5.
Nuestro motín de cada día.
Si, al servicio de este pueblo, pero quizás estoy exagerando. En todo el día no para el teléfono. Si lo cogiese siempre que suena, pienso que no podría hacer nada más. En todo el día, excepto cuando hay huelga de correos, no paran de venir cartas por todos los conductos posibles. Y si vas por la calle la gente te detiene para presentarte sus problemas.
Hoy, después de no se cuantos meses de no ver a la madre, le había sugerido que venir a casa. Comeríamos juntos, ella se llevaría la comida para ambos, pues nuestra vida estos días es tan agitada que ni tiempo teníamos para prepararla.
Pero el demonio ha llamado al teléfono en el preciso momento en que me disponía a hacer la columna del AVUI. Motín en la Modelo. Balas de goma. Incendio. Autolesionados. Unos presos situados en la cúpula de la cárcel piden a gritos que yo vaya.
¿Qué debo hacer, en la Modelo? No detendré la reivindicación, ni detendré el motín. Yo no tengo los resortes para devolver la esperanza a los desesperados. Ahora es la hora del poder de las tinieblas. Todo es tenebroso en las cárceles, en estos momentos. Sólo me corresponde el silencio de la desolación y de la indignación más grande. Dos policías lesionados. Ocho presos también heridos. Aparte de las autolesiones. La primera galería, arrasada. Sus instalaciones eran nuevas de trinca. Y las otras galerías, con importantes desperfectos. No hemos visto los reclusos para no volver a encender el fuego. Los funcionarios, jadeando y sudorosos, estaban deshechos. El director ha salido del infierno trastornado.
Yo había dejado en la puerta de casa un papel clavado con una chincheta para la madre. Ella ha llegado y ha comido toda solita.
Sobrequés, Portabella y yo hemos hablado con el director. Nos han facilitado los nombres de los heridos. A la salida hemos dado explicación a los familiares que esperaban angustiados, y a la prensa.
Algún preso que ha vuelto del Dueso para asistir al juicio ha sido objeto de graves amenazas. El Dueso es el fondo de este infierno de las cárceles.
He podido volver a casa. La madre todavía estaba. Los presos quedarán días y días incomunicados. He podido escribir esta crónica desordenada. Estoy pendiente de la llamada de Portabella. Cuando la cosa esté más calmada entraremos a visitar a los presos. ¿Para decirles, qué?
Lluís M. Xirinacs.