Al servicio de este pueblo.
Avui. Jueves, 19 de Enero de 1978. Página 5.
¿Véis esta sangre?
Una vez más la tragedia de los presos sociales ha saltado a la primera plana de los diarios. Todo fue avisado con tiempo. Todo fue previsto. Lo que acaba de pasar en la cárcel de Barcelona toma dimensiones de epopeya. Y todavía pueden pasar cosas peores. Una vez más, aviso anticipado.
No es cierto que sea un «chantaje». Son razones reales, las esgrimidas. Son razones expuestas con la necesaria anticipación. Son propuestas moderadas, las que se piden.
Aún hoy, a parte de la UCD y del gobierno, los grandes partidos ponen dificultades a conceder el indulto a los presos sociales. Se equivocaron el 15 de Octubre al no exigirlo junto con la amnistía política, y continúan equivocándose ahora cuando buscan subterfugios de libertades provisionales, vacaciones selectivas, visitas a cárceles, reducciones de cuantías, o indultos particulares.
He tomado dos actitudes gravísimas de protesta. Una, la de no asistir a los plenos del Senado, a pesar de ser senador. La otra, la de no visitar prisiones, a pesar de estar en la comisión senatorial investigadora.
De momento no necesito ninguna investigación nueva. Estoy convencido qué tipo de daño sufre el enfermo, creo que sé el remedio, lo he recetado, pero quien lo puede dar se niega. En estos días los ministros de Justicia y del Interior circulan por el Senado con los ojos cabizbajos.
Algún senador amigo me pregunta: «¿Cuándo dejarás los presos y te dedicarás a luchar por otras cosas?» Le he respondido: «También lucho por otras cosas, pero ahora los presos son los primeros. No puedo soportar la frialdad de los que se desentienden de las autolesiones, de las huelgas de hambre, los motines, los incendios, los suicidios en las cárceles».
Hay una actitud digna y firme de todos los partidos de la oposición para la petición de indulto para los presos sociales. Ninguno del PSOE ha firmado la única proposición de ley en este sentido. Me entristece esta actitud del PSOE.
Ahora son los sensatos y moderados de la COPEL quienes controlan los acontecimientos siempre que pueden. Mañana, Dios dirá.
Lluís M. Xirinacs.