Al servicio de este pueblo.
Avui. Domingo, 15 de Enero de 1978. Página 6.
Salvador conquistó Jericó.
Si, al servicio de este pueblo ha estado Salvador Escamilla durante quince largos años con su «Radioscope», que empezó, como él dice en su libro-cassette Nadals a la memòria (Navidades en la memoria) un martes y trece.
De esta manera, el pasado viernes, quince años después, 13 de enero, hemos celebrado la boda de bronce de este pionero del restablecimiento de la radio en catalán. Una cuña más, como tantas ha habido, que aprovechando los resquicios imperceptibles ha ido agrandando las grietas de un régimen monolítico, las inderrocables murallas de Jericó.
«Y sonando las grandes trompetas, las murallas se hundieron». Después de quince rondas, como los israelitas cayeron las murallas con el sonido de la palabra débil. La primera palabra fue: «¡Buenos días, Cataluña y Baleares!» Los Países Catalanes son demasiado alargados, como Noruega, y la Radio de Barcelona no llega al País Valenciano.
Y sólo con la fuerza de la palabra Salvador y muchos otros trabajadores de la radio han ido reconquistando la ciudad fuerte, que es este inapreciable medio de comunicación social, para Cataluña.
Yo pensaba en el poder de la palabra débil. Pensaba en el «Elogio de la palabra» de nuestro poeta Maragall. Pensaba que la radio es más débil que la televisión y el cine, porque no hay el acompañamiento de la figura; que es más débil que la literatura porque, la palabra radiada, se la lleva el viento y la lectura resta escrita; que es más débil que el teatro y aun que la conversación corriente porque falta la presencia física del oyente. No puedes tampoco elegir escoger el interlocutor. A todas estas debilidades añadiría la debilidad particular de Salvador Escamilla, hombre vivo, cargado de cualidades, buen actor, buen cantante, pero de una sencillez tan grande, de un estilo tan llano y popular, tan imaginativo y variado, tan emotivo y delicado, que nunca ha podido dar miedo a los humildes.
Como David ante Goliat, como los israelitas ante Jericó, sin escudos, sin casco, sin lanza, con la sola fuerza de la palabra viva y punzante has abierto el boquete en la frente del gigante, en el flanco de la gran muralla. Y todos nos hemos aprovechado y hemos entrado en la ciudad fuerte. ¡Cuántos y cuántos hemos pasado, Salvador, por tu ventanal abierto y sin rejas, gracias a tu gracia!
Ha sido, una vez más, el triunfo de la fuerza del espíritu sobre la fuerza del dinero, de las armas. Una vez más han sido elegidos los débiles para confundir a los fuertes.
En nombre del oyente desconocido, ¡gracias, Salvador!
Lluís M. Xirinacs.