Al servicio de este pueblo.
Avui. Viernes, 13 de Enero de 1978. Página 6.
Los comunistas ante la nación catalana.
Ayer hablaba de los comunistas de las Islas Baleares y Pitiusas. De cómo les costaba hacer avanzar una política de Países Catalanes. El cambio de nombre del partido es un primer paso. Pronto se llamará Partido Comunista de las Islas. Pero es poco.
Sin embargo decía que el obstáculo principal consistía en la categoría política que se concede a este país catalán, concreto compuesto de islas. No está atrasado políticamente porque es inmaduro nacionalmente, sino porque está oprimido por la nación grande castellana y porque tiene miedo de ser oprimido por el país grande del Principado dentro de la propia nación. Por la parte que toca a la nación castellana, será necesario que las actuaciones del PCE sean siempre en la línea clara del reconocimiento de la nacionalidad catalana de las Islas, lo que a menudo queda confusa. Por parte del país catalán del Principado, será necesario que las actuaciones del PSUC sean siempre en la línea clara del reconocimiento de la absoluta igualdad de cada país -Valencia, Islas Baleares y Pitiusas, Principado, Cataluña Norte y Andorra- dentro del conjunto nacional de los países Catalanes. Y aun, siguiendo las directrices de Lenin, es necesario que la nación grande castellana y el país grande del Principado de Cataluña practiquen una desigualdad en favor de los países pequeños porque, por la misma naturaleza de las cosas, la grandeza, sin mala voluntad de nadie, siempre oprime su pequeñez. En su parlamento Antoni Gutiérrez se manifestó en un estricto equilibrio de respeto a la igualdad entre los diferentes países de nuestra nación, y decididamente abierto a su federación o vinculación, en contra de las formulaciones de la actual anteproyecto de Constitución, que sólo habla de cooperación entre entidades autonómicas, regulable mediante una ley orgánica.
Antoni Gutiérrez quiere más que cooperación, quiere vinculación, quiere, por tanto, Países Catalanes. Y, por lo menos, es partidario de una Constitución abierta que haga posible las vinculaciones necesarias. También nos consta que Jordi Solé Tura, representante de los comunistas en la ponencia constitucional, se hace con uñas y dientes para arrancar una verdadera potestad de autogobierno para los territorios autonómicos. Otra cosa es que crea él oportuna en este momento una definición de nacionalidad y de región en la Constitución y una división territorial nacional, un mapa de las nacionalidades, que aclare dónde está cada uno. El hecho de que las nacionalidades más definidas, con sus regiones internas también más definidas, son periféricas produciría recelo, sobre todo en la gran nación castellana, acostumbrada a un triste oficio de ser útil y medio de opresión de otros y poco acostumbrada a considerarse nación y menos a respetar autonomías regionales en su interior. Y hay un tiempo para acostumbrar a las masas castellanas a las nuevas ideas, después de un dirigismo desorientador de cuarenta años.
Lluís M. Xirinacs.