Al servicio de este pueblo.
Avui. Miércoles, 11 de Enero de 1978. Página 5.
En busca del tiempo perdido.
Ya tenemos programa de gobierno. Me complace que en el programa, el gobierno de la Generalitat de Cataluña no tome la iniciativa con el fin de «lograr un texto constitucional que haga posible un Estatuto de autonomía adecuado a las necesidades y las aspiraciones de nuestro pueblo». Como dice muy bien, «constituye uno de los objetivos prioritarios de Cataluña» pero no es tarea directa de la Generalitat, sino de los parlamentarios catalanes, que ojalá se constituyeran en minoría catalana en las Cortes, como sugiere Andreu Abelló y abona Josep Benet.
También me complace que la Generalitat tome «la iniciativa para que los diputados y los senadores por Cataluña elaboren la carta de nuestra autonomía». Se resuelve así el contencioso entre Generalitat y parlamentarios catalanes de la mejor manera.
A propósito de la composición del gobierno de la Generalitat, se ha abierto una polémica entre Juan Paredes, diputado del PSC-R de Girona y Lluís M. de Puig, sobre la función del comarcalismo, problema delicado.
La referencia al decreto preautonómico vasco es sólo ilustrativa y no de comparación, nos dice Paredes. Allí el Consejo será integrado por seis representantes de cada territorio. Yo creo que el territorialismo vasco hace referencia a lo que nosotros llamaríamos países, no a comarcas. Por desgracia, también los vascos han dejado caer demasiado las comarcas suyas; más que nosotros las nuestras. Ellos, en realidad, van tener éxito en constituir lo que en nuestros términos llamaríamos la comunidad nacional de los países vascos, como explicaba en esta columna hace días, pero creo que ciertamente ahora es momento de relanzar nuestro comarcalismo. Quisiera que la Generalitat tuviera reconocida en el nuevo Estatuto la facultad de reordenación del territorio, como la tenía en el del 32. Quisiera, además, que ejerciera esta facultad a la hora de las elecciones en el Parlamento de Cataluña, lo que no se se produjo en las elecciones al Parlamento del 20 de Noviembre de 1932, todavía planificadas en base provincial.
Leo que los representantes del PSC-C de la Cerdanya, el Valle de Arán, Pallars Sobirà y el Jussà y el Alt Urgell, reunidos en Bellver de Cerdanya, reclaman la creación de una veguería del Alt Pirineu. No se sienten nada representados por la diputación provincial de Lleida.
Creo que hay que agrupar las comarcas en veguerías o regiones, como hizo la División Territorial aprobada el 10 de Julio de 1937. Es de especial interés para las comarcas deprimidas y despobladas. Y hay que subdividir las comarcas en municipios y en barrios, en especial, las superpobladas y desarrolladas.
Habrá que rectificar alguna de las adscripciones de la División del 1937. Ya veíamos como la Cerdanya parece que va hacia poniente, no hacia Vic.
Si teníamos este trabajo avanzado y a punto el día de la Promulgación del Estatuto, el consenso de la población ya podría utilizarse para el nuevo Parlamento de Cataluña.
Lluís M. Xirinacs.